Muerte, no te ufanes tanto, aunque algunos
Te llamen poderosa y temible, no lo eres,
Porque aquellos a quienes crees aniquilar,
No mueren, pobre Muerte,
Y tampoco puedes nada contra mí.
El sosiego y el sueño, que tanto se te igualan,
Son placenteros, y placer mayor aún
Tendría que provenir de ti.
Muy pronto nuestros mejores hombres
Se van por tus caminos, ¡que sus huesos
Descansen y sus almas holguen!
Tú eres esclava del hado, del azar,
De los reyes y de los desesperados.
Pero la amapola o los brebajes
Pueden adormecernos tan bien
O todavía mejor que tu eficaz guadaña,
¿Entonces, de qué tanto te ufanas?
Pasado un leve sueño, amanecemos
En la eternidad. Ahí no habrá muerte.
¡Tú eres, Muerte, la que morirá!
ÁSS