No miren arriba (es basura espacial)

Doble filo

El avistamiento de restos de una nave Soyuz en el norte de México y la película No miren arriba traen a la memoria el célebre meteorito “Allende”.

Basura espacial. (European Space Agency)
Fernando Figueroa
Ciudad de México /

En la madrugada del 21 de marzo de 2022, hace dos semanas, una bola de fuego y su cauda iluminaron el cielo de varios estados de la costa del Pacífico y del norte de México, lo que hizo pensar que se trataba de un meteorito más de los muchos que han caído en las cercanías de la denominada Zona del Silencio, entre Chihuahua, Coahuila y Durango. En realidad se trató de “basura” de la nave Soyuz MS-21 que Rusia había lanzado tres días antes rumbo a la Estación Espacial Internacional.

La mayoría de los videos que circulan en redes sociales acerca de tal acontecimiento, fueron tomados por jóvenes que andaban de fiesta en el último día de ese puente vacacional, tal como se comprueba en los comentarios que ellos hacen al ver a lo lejos esa luz en movimiento. Los chavos de hoy tienen suerte al contar con teléfonos celulares que registran hechos relevantes, algo que no sucedía hace medio siglo.

El 8 de febrero de 1969, apenas pasada la medianoche, el cielo de Valle de Allende, Chihuahua, también se alumbró por completo e hizo pensar a muchas personas que asistían al fin del mundo. Eso creyó, por ejemplo, un grupo de amigos que tomaban cervezas en la carretera, quienes vieron cómo se dirigía rumbo a ellos una enorme bola de fuego, seguida de una estela de luz. Alguno se arrodilló para rezar y otro salió corriendo sin rumbo. A todos se les bajó la borrachera como por arte de magia.

Dicen en el pueblo que aquella vez los gallos cantaron, los burros rebuznaron y las vacas mugieron a deshoras. Alguien más pensó que su vecino, soldador de profesión, estaba trabajando y por eso había tanta luz.

Mi prima Rita alguna vez me contó que, segundos después de que el cielo se iluminara, se oyó un fuerte zumbido que se convirtió en estruendo que cimbró puertas y ventanas. Después, otra vez la oscuridad y el silencio.

Lo que había caído a unos cuantos kilómetros de ahí, en Pueblito de Allende, fue un meteorito de origen pétreo que con el paso del tiempo se convirtió en la roca más estudiada en la historia de la ciencia. Esto último, que suena exagerado, es real y se debe a que el meteorito “Allende” contiene algunos materiales más antiguos que el sistema solar (4600 millones de años).

Estados Unidos llegó a la Luna el 20 de julio de 1969, es decir cinco meses después de la caída del meteorito Allende, y por eso ya tenía listo un laboratorio para analizar las piedras que trajera la misión Apolo 11. Entonces se apareció el meteorito que cayó en Chihuahua y sus fragmentos sirvieron para estrenar esa instalación de la NASA.

Tanto Pueblito de Allende como Valle de Allende, ubicados entre Ciudad Jiménez y Parral, se convirtieron a partir de febrero de 1969 en centros de atracción de investigadores que llegaban a comprar rocas del meteorito para llevarlas a sus países de origen. Se calcula que la pieza completa, antes de fragmentarse, pesaba alrededor de tres toneladas.

Meteorita Allende. De esta roca espacial se extrajeron los materiales más antiguos conocidos por la ciencia. (UNAM)

Durante años, incluso décadas, Benedicto Navarrete, peluquero de Valle de Allende y una buena persona recientemente fallecida, fungió como intermediario en la compra y venta al menudeo del meteorito. En vez de irse a trabajar a Parral o al campo por un sueldo bajo, la gente salía a buscar fragmentos del meteoro y luego acudían con don Benedicto.

Mi hermano Juan, quien estudió geología en la UNAM, me dice que el meteorito Allende es muy importante porque proviene del big bang, y que de no haberse fragmentado hubiera causado estragos en la zona de una magnitud difícil de calcular. Entonces recuerda que la extinción de los dinosaurios se produjo luego de la caída de un aerolito en Yucatán hace más de 60 millones de años. Comenta que el cráter no es visible porque al paso del tiempo se ha ido rellenando, pero hay una “zona de debilidad” y por eso existen los cenotes.

Ya encarrerados en temas geológicos, le recordé cuando él y Rita hallaron un caracol fosilizado de buen tamaño en la carretera que va de Valle de Allende a Parral. Me dice que se trata de una “amonita del periodo cretácico” y que está en el Museo de Geología de la UNAM. Asimismo, en el Palacio de Minería pueden admirarse magníficos ejemplares de meteoritos ferrosos que han caído en Chihuahua, como los denominados Chupaderos I y II, de 14 y siete toneladas, respectivamente.

Cuando vi en Netflix la película No miren arriba, nominada a cuatro premios Oscar sin conseguir ninguno, me acordé otra vez de lo que pasó hace 53 años en el pueblo donde nacieron mis abuelos y mis padres. La escena final, con Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence cenando mientras la sala donde están vibra frenéticamente, se pudo haber inspirado en lo que vivieron los pobladores del Pueblito de Allende y de Valle de Allende en 1969.

Me hubiera encantado estar ahí, de preferencia pisteando en la carretera, oyendo a Los Tigres del Norte y siendo testigo del aparente fin del mundo, pero en ese momento era un adolescente que no tomaba alcohol y vivía con mi familia en el barrio de La Merced del entonces Distrito Federal.

Sin duda, preferiría aquella añeja experiencia porque en 1969 lo que cayó a la Tierra fue literalmente un trozo del cosmos y lo de hace dos semanas fue simple basura espacial de Rusia, el país cuyo actual presidente tiene en jaque a la humanidad.

AQ

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