Los tiempos de Monsiváis

Al margen

Con motivo de los 15 años de la muerte del autor de ‘Días de guardar’, Marta Lamas y Rodrigo Parrini coordinaron un libro que reúne remembranzas, anécdotas, reflexiones que destacan su personalidad e incesante actividad intelectual.

Portada de 'Nostalgia de Monsiváis'. (Siglo XXI)
Alma Gelover
Ciudad de México /

Carlos Monsiváis nació el 4 de mayo de 1938 en la Ciudad de México, donde murió el 19 de junio de 2010, hace quince años. Escritor imprescindible en revistas, suplementos y periódicos nacionales, es autor de títulos como Días de guardar (1970), Amor perdido (1977), Nuevo catecismo para indios remisos (su única obra de ficción), Entrada libre. Crónicas de la sociedad que se organiza (1987) y Los rituales del caos (1995).

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Con motivo de los tres lustros de su muerte, Marta Lamas y Rodrigo Parrini decidieron recordarlo con un libro que reuniera remembranzas, anécdotas, reflexiones de un grupo de amistades “alrededor de la persona, la obra o el impacto en sus vidas por haber estado en contacto con el cronista, periodista, activista, escritor, amigo o afecto cercano”, escribe Lamas en uno de los dos textos introductorios de Nostalgia de Monsiváis (Siglo XXI, 2025), que es el resultado de su iniciativa; en el otro, Parrini, quien solo vio una vez al autor de Por mi madre, bohemios, explica: “En una multiplicación de los seres, [los textos de este libro] lo muestran hablando por teléfono por la madrugada, sentado en algún café, dando una conferencia o presentando un libro; también escribiendo, aunque siempre en secreto o en penumbras, conversando con alguien, riéndose de otro; en un acto político, un cumpleaños, una huelga o en un programa de televisión”. Monsiváis en todas partes, ¿al mismo tiempo?

Nostalgia por Monsiváis reúne 35 miradas —incluida la de Marta Lamas— sobre el escritor que tendió puentes entre la alta cultura y la cultura popular, que se interesó en los movimientos políticos y sociales, entre ellos el feminismo y la defensa de los derechos de la comunidad homosexual, que se sumó a la causa de López Obrador y defendió los valores de la izquierda —aunque no dudó en distanciarse del régimen cubano cuando su autoritarismo se hizo evidente, condenando a sus críticos (al poeta Heberto Padilla, por ejemplo) y estigmatizando a los homosexuales. En una carta a su amiga Nancy Cárdenas, escribe Gabriela Cano, Monsiváis expresó “su indignación ante la posición oficial del Primer Congreso sobre Educación y Cultura efectuado en La Habana en 1971. El congreso calificaba la homosexualidad como una ‘perversión social’ inaceptable en el arte revolucionario”.

Elena Poniatowska, quien lo conoció en 1957, recupera y actualiza un divertido texto publicado en la revista Nexos en 2010, en el que, además de hablar de la proverbial impuntualidad del escritor, dice que hay hombres únicos: “Carlos Monsiváis es único, para nuestra desgracia. Buscamos su aprobación y su juicio sobre nosotras resulta imprescindible”.

Los amigos con los que compartía, entre otras cosas, una visión del país y de López Obrador, como Rafael Barajas El Fisgón, Jesús Ramírez Cuevas, Jenaro Villamil y Sabina Berman también están aquí, recordándolo. Como están Armando Colina, fundador con Víctor Acuña, de la legendaria Galería Arvil; Consuelo Sáizar, a quien Monsiváis le presentó a su ahora esposa Julia de la Fuente, otras de las invitadas a este banquete de nostalgias del que también participan, entre otros, Alejandro Brito, Eduardo Vázquez Martín, Antonio Saborit, José Woldenberg, Juan Villoro, Carmen Boullosa y Carlos Martínez Assad, quien escribe sobre el padre del autor de Apocalipstick (2009), el último libro que publicó en vida.

Martínez Assad recuerda su infancia en San Francisco del Rincón, Guanajuato, en donde conoció al doctor Pascual Aceves, que dirigía el hospital local y daba consultas en su domicilio; además, escribía libros, tenía cuadros de Roberto Montenegro y era coleccionista de la obra de Hermenegildo Bustos —que donó al museo que lleva el nombre del pintor en Purísima del Rincón— y de muchas otras cosas: pisapapeles de cristal, santos de cera o de madera, cajas de música. Era el padre de Carlos Monsiváis, quien firmó sus primeros textos como Carlos A. Monsiváis. Tuvieron poco contacto, el padre era católico y la madre, con que vivió toda la vida, presbiteriana. “Allí puede estar la razón para ocultar su nombre completo de Carlos Pascual”, señala Martínez Assad.

Nostalgia de Monsiváis es un gran y merecido homenaje al escritor que, en palabras de Octavio Paz, era un género en sí mismo.

AQ

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