Nuevamente ‘El Ser y el Tiempo’

Reseña

La siguiente es una detallada reseña de la obra fundamental de Martin Heidegger, traducida por José Gaos y reeditada por el FCE con prólogo del filósofo Ricardo Horneffer.

Martin Heidegger publicó 'El Ser y el Tiempo' en 1927. (Montaje: Laberinto)
Héctor Aparicio
Ciudad de México /

Exaltado por las palabras de Xavier Villaurrutia sobre la naturaleza de su poética, un veinteañero José Luis Martínez prorrumpía “¡Heidegger!” justo cuando el vate terminaba de hablar acerca de la muerte y la angustia en su propia poesía. Después, con tranquilidad, Villaurrutia aclaraba para la entrevista en el número dos de Tierra Nueva que cada poeta descubre su filósofo y él lo había encontrado en el pensador alemán, pero el tono y sentido de su poesía, dijo, no lo halló tan fácilmente. La conversación entre el escritor y el crítico es significativa si se repara en la fecha: 1940, es decir, trece años posteriores a la aparición de El Ser y el Tiempo, la obra fundamental de Martin Heidegger, y once años antes de que se publicara la traducción al español de José Gaos. Es más significativa si pensamos que hoy en día el teutón es un referente en la cultura mexicana por dos razones: apenas se recobró una traducción la obra heideggeriana Desde la experiencia del pensamiento hecha por el mismo transterrado, reseñada en el suplemento Laberinto, y porque apenas hace dos años el Fondo de Cultura Económica reeditó la versión de Gaos con un prólogo del filósofo Ricardo Horneffer, la cual revisaré a continuación.

¿Qué decir de esta nueva edición? Sin duda hace asequible, con enmiendas y correcciones, la traducción de una obra valiosa para el contexto hispanohablante. Heidegger alimentó y alimenta tanto la filosofía como la literatura en lengua española, en especial con la traducción de Gaos. Para el caso específico de México, llegó a su cenit con el grupo Hiperión y con escritores estelares como el mismo Villaurrutia, Rosario Castellanos, Octavio Paz, Alí Chumacero, por mencionar a algunos. Aunque todos ellos son el último empuje de olas previas y antes de aclarar todo esto es oportuno hablar rápidamente de la filosofía heideggeriana. Lo fundamental de El Ser y el Tiempo era que toda la filosofía, desde luego la occidental, había olvidado el ser y era necesario intentar nuevas vías para, siquiera, intuirlo. Tales caminos no eran las clásicas propuestas del conocimiento donde hay un objeto conocido por un sujeto. Más bien el hombre, es decir, el dasein (ser-ahí en castellano), un ente, pues, se da cuenta de la diferencia entre el ser y el ente, diferencia ontológica, a la cual uno llega por medio de la angustia que genera la muerte; es darnos cuenta de nuestro propio y único fin, de la nada y el ser. Hasta aquí el pensamiento heideggeriano. Claro, esta breve explicación es más puntual en el “Prólogo” de Horneffer y el lector puede revisarla.

Ahora bien, en ese preámbulo se encontrarán los detalles de cómo surgió la obra de Heidegger y cuáles son las mejoras a la edición de Gaos de El Ser y el Tiempo. Pero hay algo más. Horneffer dice que la traducción cobró relevancia en el ámbito académico mexicano con los seminarios dictados por el propio Gaos a principios de los cuarenta en la Facultad de Filosofía y Letras, a los cuales, por supuesto, asistieron los miembros del Hiperión y otras personalidades. Horneffer señala que antes de la traducción monumental, vertida completamente al castellano por Gaos, existieron más obras heideggerianas en versiones españolas. No obstante, fue El Ser y el Tiempo la que marca un antes y un después porque fue difundida en su totalidad para el mundo hispanohablante, aunque, se esclarece, ya había sido traducida al japones y —Horneffer lo dice de pasada— se habían presentado unos avances por el mismo Gaos en la revista Filosofía y Letras.

Aquí recordemos la sentencia “Platón es mi amigo, pero más amiga es la verdad”, pues nuestro maestro Horneffer yerra completamente los datos y omite varios. El más escandaloso es lo que menciona de pasada. El transterrado efectivamente presentó avances en la revista aludida, pero éstos eran completamente diferentes a la última versión conocida. Aquella traducción deja términos en la lengua alemana para que el lector aprecie directamente los conceptos fundamentales de la filosofía heideggeriana. Son traducidos y publicados once parágrafos de la obra y no seis como señala Horneffer. Sobre esto doy fe con algunas citas para que lector las compare. En la versión inaugural de la revista, en el tomo quinto, número nueve del año 1943, el inicio del parágrafo once Gaos vierte así:

“La interpretación del Dasein en su cotidianidad no se identifica con la descripción de una fase primitiva del Dasein, cuyo conocimiento puede ser procurado empíricamente por la antropología. Cotidianidad no es lo mismo que primitividad. La cotidianidad es un modo de ser del Dasein también cuando y justo cuando el Dasein se mueve dentro de una cultura altamente desarrollada y diferenciada. Por otra parte, tiene también el Dasein primitivo sus posibilidades de ser no-cotidiano y su específica cotidianidad”.

En la traducción del Fondo, ya bajo el cuidado de Horneffer, la misma parte se encuentra así:

“La exégesis del ‘ser ahí’ en su cotidianidad no se identifica con la descripción de una fase primitiva del ‘ser ahí’, cuya noción pueda procurar empíricamente la antropología. Cotidianidad no es lo mismo que primitividad. La cotidianidad es un modo de ser del ‘ser ahí’ también cuando y justo cuando el ‘ser ahí’ se mueve dentro de una cultura altamente desarrollada y diferenciada. Por otra parte, tiene también el ‘ser ahí’ primitivo sus posibilidades de ser no-cotidiano y su específica cotidianidad”.

Aquí el pensador de la Selva Negra apunta sobre la interpretación del Dasein en su vida común y corriente relacionada con su modo específico de ser. Distingue también entre el ser primitivo y el Dasein como tal, donde el primero es examinado experimentalmente por disciplinas positivas como la antropología o la etnología, pero en las que no se llega a hacer la pregunta que interroga por el ser. Más adelante reitera esto con la finalidad que la experiencia originaria del hombre no está ni en su materialidad, ni tampoco en ser un objeto de alguna ciencia, se encuentra en el análisis de la existencia hecho por la filosofía, particularmente por la ontología. En fin, más allá de estos vericuetos, es evidente que Gaos tradujo en un principio la obra de Heidegger conservando el léxico más importante en alemán.

Inmediatamente surge la pregunta: ¿por qué Gaos inició con una traducción combinada y al final optó por dejarla? Desde 1938 ya existía una versión parcial al francés de Sein und Zeit hecha por Henry Corbin, la cual conocían muchos de los pensadores mexicanos, quienes fueron una previa ola nacional en la filosofía del siglo XX y, claramente, impulsaron a los hiperiones y compañía. Esos pensadores son Samuel Ramos, Agustín Yáñez, Adolfo Menéndez Samará, Eduardo García Máynez, Adalberto García de Mendoza y otros. Gaos pudo presentar por primera vez la traducción con términos en alemán, y hasta algunos en francés, porque los filósofos nacionales ya sabían los tejes y manejes del trabajo heideggeriano. Gaos fue una semilla que cayó en el terreno fértil donde se conocía bastante bien la filosofía europea. Sin embargo, al final se decantó únicamente por el idioma español gracias a sus discusiones con varios de sus colegas, entre ellos Juan David García Bacca, a quien menciona en el “Prólogo” que originalmente el transterrado escribió para la edición inicial de El Ser y el Tiempo.

Finalmente, los avances referidos obligan a repensar la diferencia entre la traducción de Gaos y la de Jorge Eduardo Rivera de 1997, elogiada por realizar cabalmente el mismo trabajo pretendido en su momento por el transterrado: una versión al español de El Ser y el Tiempo que dejara palabras importantes en alemán. Autores como Nayelli Castro en Hacerse de Palabras. Traducción y filosofía en México (1940-1970) de 2018 o Alberto Constante en Imposibles de la filosofía frente a Heidegger de 2014, han mostrado la diferencia e importancia de las dos traducciones, a pesar de que ambos no consideran el detalle bilingüe de aquellos adelantos de la versión gaosiana. Con esto la historia cambia y nos recuerda, como deseaba Heidegger, a la destrucción de las fuentes que han olvidado el ser, aunque, en un ámbito más modesto, en el del solar intelectual mexicano.

AQ

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