Este año, como es sabido, la FIL de Guadalajara se dedica a la India. Pocos de los grandes creadores de Occidente tuvieron una relación tan próxima y carnal con la India como Octavio Paz. Este país fue la primera ventana de Paz a Oriente, uno de los espacios emblemáticos de su esplendor creativo y de su renacimiento amoroso.
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En 1951, el funcionario Paz fue enviado como parte del equipo que materializó las relaciones diplomáticas de México con ese país, recién independizado en 1947. Esta primera y accidentada estancia duró apenas algunos meses; sin embargo, el flechazo fue definitivo. En 1962, Paz regresó a la India como embajador y precisamente esa seducción inicial le hizo apreciar un destino que, en el mundo diplomático, no era el más codiciado. Muchas veces Paz relató que, mientras el canciller mexicano, pensando que podía defraudar sus expectativas, le decía con brusquedad que era la única embajada disponible, él se encontraba feliz. En efecto, los seis años que pasó en la India son, acaso, de los más productivos y joviales de Paz.
Durante su estancia en la India Paz publicó casi una decena de libros y muchos de ellos tienen la marca genética de ese país y reflejan sus climas, sus paisajes y sus cosmovisiones. Por ejemplo, Conjunciones y disyunciones donde Paz avanza en su indagación entre las distintas miradas de Oriente y Occidente; Ladera este, que incluye el afrodisiaco “Blanco”, y que es una audaz lectura del erotismo tántrico y la perspectiva cíclica del tiempo, o El Mono gramático, el atrevidísimo poema-ensayo, que es la peregrinación por una ruta sagrada, pero también un recorrido por el lenguaje. Sin embargo, quizá su asimilación más explícita de esa nación aparece, décadas después, en Vislumbres de la India, un acercamiento reflexivo, fundado en fuentes sólidas (es uno de los libros más anotados de Paz), pero sin ideas preconcebidas, que va dando cuenta, con mucha espontaneidad y fluidez narrativa, del descubrimiento y deslumbramiento con una cultura rica, heterogénea y compleja. Paz habla de gastronomía, religión, lenguaje, artes, vida cotidiana e historia política. Se trata de un mosaico amplísimo, como uno de esos platillos abigarrados de la cocina india que con tanto deleite describe el autor. Sin embargo, más allá de su valor gustativo, este libro es riguroso, preciso y, sobre todo, esclarecedor. Paz habla de la prodigiosa formación de una cultura y, en el siglo XX, un proyecto de nación en medio de una difícil convivencia entre religiones; habla también de la Babel lingüística, de las peculiaridades de la cosmovisión musulmana e hinduista, de las reliquias del budismo, de los pros y contras de la etapa colonial y de esa extraordinaria contradicción de la India contemporánea que implica la convivencia de una tradición democrática y secular impecable, así como un notable despegue económico, con una realidad de intolerancias nacionalistas y religiosas, que siempre amenazan con la ruptura.
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