Olivia Teroba, escribir a pesar de todo

Entrevista

Con un lenguaje de sencillez deslumbrante, 'Dinero y escritura', el nuevo libro de la escritora mexicana, indaga sobre un cuestionamiento que ha inquietado a autoras y autores durante siglos: ¿Qué supone imaginar una vida dedicada al arte?

Olivia Teroba, autora de 'Dinero y escritura'. (Foto: Ángel Soto)
Ángel Soto
Ciudad de México /

En un lúcido ensayo sobre el amor propio, bell hooks sugiere que existe un vínculo robusto entre la salud mental y el empleo que nos concede la subsistencia económica. “Hacer un trabajo que odiamos”, escribe, “nos mina la autoestima y la confianza en nosotros mismos. Sin embargo, muchos trabajadores carecen de la posibilidad de hacer un trabajo que puedan amar”.

¿Qué sucede, entonces, cuando tenemos el privilegio de amar nuestro trabajo y, no obstante, sentimos un tremendo agotamiento? ¿Debemos asumir aquello como un guiño de la hipocresía? ¿O simplemente tenemos que asumirnos víctimas desafortunadas de la ironía?

La escritora mexicana Olivia Teroba tiene sus propias ideas al respecto. “Confundimos el bienestar con la productividad”, dice la ensayista y narradora, sentada en uno de los sillones de la librería El Péndulo Roma. Está aquí para hablar de su más reciente obra, Dinero y escritura (Sexto Piso, 2024). Además de explorar el acto de la escritura en un contexto capitalista, este libro ofrece ideas sobre el autocuidado, el cuidado mutuo y la creación. Impelidos como estamos a un entorno que nos demanda cada vez más esfuerzo sin sosiego, Teroba también sugiere la necesidad de resignificar nuestra noción de la productividad.

“Cuando te saturas de trabajo, el cuerpo empieza a reclamar, a recordarte que lo que sostiene tus palabras es el cuerpo, la vida y la materia. Parte de las reflexiones del libro vienen de la búsqueda del equilibrio”, explica la también autora de los libros de relatos Respirar bajo el agua y Pequeñas manifestaciones de luz.

Con un lenguaje de sencillez deslumbrante, Olivia nos autoriza a ser partícipes de sus inquietudes y aprendizajes. ¿Qué supone imaginar una vida dedicada al arte en estos tiempos convulsos y fugaces? Los ensayos de Teroba no rehúyen a la incomodidad. Lo mismo escribe sobre las obligaciones financieras y la gestión del dinero que sobre el anhelo impúdico de reconocimiento literario, el impacto del estrés en el cuerpo o los traumas familiares.

En esta charla, la multigalardonada autora de Un lugar seguro habla al respecto.

En el ensayo “En cuerpo y alma” mencionas: “La escritura nos pide un tiempo que el capitalismo no nos deja libre, así que se lo quitamos a nuestro bienestar”. ¿Puedes profundizar sobre cómo esta dinámica afecta a los escritores?

Escribir exige tiempo, y a veces parece que eso no se toma en cuenta. Pensar requiere tiempo, y el tiempo también es un esfuerzo y un cansancio, algo que a veces no se considera. Para mí, sobre todo al inicio, parecía más importante formar parte del gremio que cuidarme o descansar. Estas reflexiones han venido con la edad. Ahora me canso más rápido y prefiero ir a mi casa a abrazar a mis gatos y tomar una siesta.

En la escritura —y en otros ámbitos creativos— hay que equilibrar el rostro público y el privado. ¿Cómo logras ese equilibrio en una realidad tan opresora?

Hay que hacerlas coexistir y buscar la armonía entre ambas, porque este afán por la escritura puede tornarse una obsesión. Se trata de preguntarse qué es lo que quieres: ¿escribir o seguir entrando a todos los concursos hasta ganar un premio y que tu escritura sea reconocida? ¿Busco el reconocimiento o quiero escribir por el acto de escribir? Lo que buscamos en la escritura es algo que rara vez nos confesamos a nosotrxs mismxs y que seguro va cambiando con el tiempo.

Escribes también acerca de la culpa de no escribir y al escribir, de no hacerlo suficientemente bien. ¿Cómo impacta esto en tu proceso creativo?

Es algo que aparece constantemente en mis reflexiones. ¿De dónde viene la culpa? Creo que tiene que ver con la religión, pero también con la educación escolarizada y en casa. Nos enseñan que existe lo bueno y lo malo. Las redes sociales también influyen: si ves una publicación y le pones atención, le das “me gusta”; si la ignoras, es como si dijeras “no me gusta”. No hay un punto medio. Esta forma de ver el mundo se involucra en nuestras acciones y tiene mucho que ver con nuestro sistema económico. Somos buenos trabajadores porque siempre estamos insatisfechos y buscamos satisfacer algo más. Nos falta reconocimiento en nuestro trabajo o dinero para satisfacer deseos, y ese placer nos es negado por la culpa. Estamos en un círculo perfecto para quienes buscan obtener ganancias de nuestros cuerpos que producen. Pero llega un punto donde ya es insostenible exigirse tanto. Esto no sólo ocurre en quienes se dedican a escribir, sino que es parte de nuestra generación. Nos damos cuenta de que el sistema nos recuerda constantemente que no hacemos lo suficiente, que no somos felices o que no estamos en un ideal que no construimos nosotrxs.

Olivia Teroba en la librería El Péndulo. (Foto: Ángel Soto)

En el libro, mencionas una anécdota con tu abuelo, donde él te pregunta: “¿Qué necesitas?”, y tú respondes: “Nada”. ¿Puedes hablar más sobre ese anhelo de autosuficiencia y cómo afecta nuestras vidas?

El individualismo contemporáneo nos apela a eso, y hay personalidades que aparentan una autosuficiencia que no existe. Siempre hay equipos de trabajo detrás. No sólo hablo de escritores, sino también de otro tipo de gente creativa, incluso influencers. Creo que tiene que ver con cómo creció nuestra generación. En mi familia hubo varias fracturas, como el divorcio de mi madre, que fue el primero en toda la familia extendida. Nos hicieron crecer pensando que teníamos que afrontar todo el dolor solos. He descubierto —relativamente hace poco— que gran parte de lo que me sostiene son mis afectos. Sé que están ahí, preocupados por mí, y que cuando me pase de lanza con mi cuerpo, me dirán que descanse. Sus ritmos marcan mi ritmo. Esto también tiene que ver con cómo las comunidades se ven involucradas en la escritura. Vivimos en sociedad y creamos comunidades, por más que el capitalismo quiera decirnos otra cosa. Nos necesitamos mutuamente.

La preocupación por el dinero y la creatividad no es tan contemporánea como podríamos pensar. Por ejemplo, Sor Juana fue contadora. El argot financiero se puede palpar en algunos de sus poemas, donde escribe sobre réditos amorosos, entre otras cosas. ¿Crees que el hecho de compartir estas preocupaciones con gente que vivió hace siglos puede proveernos de algún consuelo?

Investigando para el libro encontré varios textos que hablan del tema. Hay uno de Émile Zola llamado Literatura y dinero, que habla de su contexto, tan diferente al nuestro que no sentí que se comunicara con el presente. Para él, era una novedad que los autores cobraran regalías. Esa pregunta se ha hecho constantemente a lo largo de la historia. Hay textos de Patricio Pron que tocan el tema. Balzac escribió El arte de pagar las deudas y satisfacer a los acreedores sin desembolsar un céntimo. Ahí hay anécdotas sobre lo poco que le pagaban. Victoria Ocampo creó la revista Sur, que permitió vivir a muchos escritores argentinos. Cuando se pone este tema al centro, el objetivo es encontrar soluciones en común.

Esta conversación —y el tema del libro— nos llevan a cuestionar nuestra idea del éxito. En un sistema que nos hace creer que el éxito es financiero y material, tú escribes sobre encontrar tiempo para mirar el cielo o escuchar la lluvia. ¿Puedes hablar más sobre esta idea de éxito?

Esos momentos son maravillosos y me dan mucha satisfacción. El éxito en la literatura no es necesariamente tener más lectores o ventas, más números. Recuerdo un tuit de Fernanda Melchor cuando la nominaron al Premio Booker: “Mucho premio Booker, pero se me acaba de ir el agua en mi casa de Santa María la Ribera”, decía. Muchas frustraciones vienen de esperar más reconocimiento o resonancia. Sostener la escritura puede consistir simplemente en encontrar tiempo para escribir y sentirse bien con ello, o al menos no sentirse mal. Eso ya sería suficiente para mí. Cada uno debe encontrar qué es suficiente para sí mismo, sin dejarse llevar por la idea del éxito ajeno. Los éxitos en la música, la pintura, la escritura y el arte en general pertenecen a pocas personas.

Y ese éxito no siempre depende únicamente del trabajo o el esfuerzo; a veces obedece a los vínculos sociales, las relaciones e incluso al azar.

El azar juega un papel importante. No sabemos cuáles serán los temas de coyuntura. A veces simplemente pasan.

Sin embargo, como lo mencionas en algún fragmento del libro, la escritura encuentra la manera de surgir aun en las condiciones menos favorables. Supongo que ese es tu asidero.

Siempre tengo proyectos en mente. A veces en los momentos más inesperados se me ocurre una nueva idea de libro. Una parte de mí dice “ya detente, Olivia”, y otra dice “la voy a anotar y veremos si germina, como una planta”. Las ideas están ahí y, con el tiempo, ocurren cosas hasta que de pronto es el momento de enfocarse en un proyecto. Esa es mi manera de trabajar, y sé que muchas personas encuentran su espacio y tiempo para escribir, a pesar de todo.

Portada de 'Dinero y escritura'. (Sexto Piso)


ÁSS

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.