Traductora especializada en literatura italiana —labor de la que su selección de artículos y ensayos de Claudio Magris, El tallo entre las piedras, queda como ejemplo—, María Teresa Meneses es también una fina ensayista, como se muestra en su libro No te olvides de mí, Berlín (Fondo Editorial del Estado de Morelos, 2020). Además de acercamientos a escritores, se hacen presentes en él editores y un fotógrafo. En la circunstancia vital de cada uno encuentro un hilo conductor. Las vidas admirables que entrega han dejado como herencia la valentía, el compromiso con las causas justas y la coherencia moral, ahora tan necesarios. Veamos algunas.
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Meneses le dedica dos textos al fotógrafo alemán Walter Reuter: el primero, más extenso, le da título al libro, y el segundo, “La armónica de Walter”, resulta una especie de coda. Reuter creció en los difíciles años de reconstrucción alemana posteriores a la Primera Guerra Mundial y desde muy joven se manifestó en él un espíritu rebelde. Perdió su primer trabajo cuando firmó un desplegado que protestaba contra la represión de una manifestación ocurrida el Día del Trabajo. Con el afianzamiento en el poder de los nazis, y siendo ya un renombrado fotógrafo político, tiene que huir de Alemania. Llega a la España de la guerra civil y se une al bando republicano; ahí conoce a Robert Capa y se prefigura su estancia mexicana. En 1942, milagrosamente, en Marruecos consigue tomar un barco rumbo a México con su esposa e hijo. Su destino, artístico y humano, se cumple.
Del lado italiano, no menos fascinante se nos presenta la vida del editor Giangiacomo Feltrinelli, quien dejó atrás una vida en la que fama y dinero iban de la mano, y se unió al grupo subversivo italiano las Brigadas Rojas. Murió en un fallido acto terrorista. Cercano al Partido Comunista Italiano, Feltrinelli se consolidó como un gran editor impulsando ediciones de bolsillo accesibles para el pueblo. Pero si hablamos del comunismo italiano, el escritor y cineasta Pier Paolo Pasolini es una referencia ineludible. Aún se discute quién o quiénes fueron los responsables de su muerte violenta. Como poeta, se esforzó por darle la palabra al pueblo en el mejor sentido. Rechazado al final de sus días por la gente de derecha y los comunistas, su ideal queda plasmado en las siguientes palabras, más que justas en estos “correctos” tiempos:
“Es mejor y más justo un mundo represivo que un mundo tolerante, porque en la represión se viven las grandes tragedias, nacen la santidad y el heroísmo”.
La presencia del piloto y escritor francés Antoine de Saint-Exupéry pudiera sorprender, pero su obra no se reduce a ese libro menor que es El principito. Aparte de hablarnos de su pasión por el vuelo, reivindica su grandeza literaria.
Estilísticamente, Meneses, además de los narrativos, también introduce recursos poéticos. En el primer texto, “Porque no conozco Praga”, centrado en la figura del Gólem, encontramos los dos: hay un pequeño cuento de tipo fantástico insertado y el manejo anafórico de la frase del título le otorga musicalidad. En su concisión, No te olvides de mí, Berlín cumple el principio gracianesco: lo bueno, si breve, dos veces bueno.
ÁSS