Paul Auster: la soledad y la memoria

Al margen

La nueva novela del autor de ‘La trilogía de Nueva York’ es una conmovedora reflexión sobre la vejez, la soledad y el paso del tiempo. También sobre los imprevisibles caminos del olvido y el recuerdo.

Paul Auster, escritor estadunidense. (Archivo)
Alma Gelover
Ciudad de México /

La nueva novela de Paul Auster es una conmovedora reflexión sobre la vejez, la soledad y la muerte. También sobre los imprevisibles caminos de la memoria, en la que “algunos momentos efímeros e indiscriminados persisten (…) mientras otros, presuntamente más importantes, desaparecen para siempre”.

Baumgartner (Seix Barral, 2024) es el título de la novela y el nombre del protagonista, un viejo y brillante profesor de Filosofía en Princeton, cuya mujer, Anna, traductora, poeta, narradora, lleva diez años muerta; él la recuerda insistentemente, pero sabe que, sin olvidarla, debe buscarle un nuevo sentido a su existencia. “Era —se dice a sí mismo— la única persona a la que he querido, y ahora tengo que encontrar el modo de seguir viviendo sin ella”.

En la historia se intercalan las remembranzas de Baumgartner, sus ocasionales romances, la ilusión por la inminente presencia de una joven estudiante interesada en la obra inédita de su esposa con algunos manuscritos, entre ellos poemas con los que él preparó una antología bien recibida por la crítica y los lectores, que dan voz a la propia Anna. A revisar sus papeles, al leer sus textos en el cuarto donde trabajaba y donde todo permanece como ella lo dejó, a Baumgartner le parece “oír su voz, que se alzaba desde el papel y se dirigía en efecto a él, a pesar de que hubiera desaparecido, de que estuviera muerta para siempre y nunca le diría otra palabra hasta el fin de sus días”.

La nostalgia permea la novela, al revisar los papeles en el estudio de Anna, Baumgartner encuentra fotos de él y ella al principio de su relación, sonrientes y excitados, las mira y, teatralmente, “inclina la cabeza para rendir tributo al reino perdido de la juventud”. Pero también se advierte la preocupación por el futuro y el paso acelerado del tiempo; tiene setenta años y decide jubilarse, dejarle su puesto a alguien de la nueva generación y llevar, en todo, una vida independiente, dedicada a sus estudios y sus libros. El narrador advierte: “ahora el tiempo es esencial y no sabe cuánto le queda. No solo cuántos años antes de estirar la pata, sino más en concreto, cuántos años de vida activa, productiva, antes de que su intelecto o su cuerpo o los dos empiecen a fallarle y se vuelva un inútil sacudido por dolores, un imbécil incapaz de leer, pensar, escribir…”.

Paul Auster, enfermo de cáncer, ha escrito una gran meditación sobre la vida y el amor.

AQ

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