Tradicional como el bacalao es la costumbre navideña de hacer el recuento de lo mejor y lo peor del año. A menudo esta práctica se concluye con una suerte de visión profética que yo cambiaré por una oración. He leído que cuando un amigo le preguntaba a Roger Ebert, ¿qué película me recomiendas?, él respondía: ¿pues cuál es tu película preferida? La idea es que, con base en las preferencias del consultor, el consultado puede hacer una recomendación mucho mejor. No se trata de una idea original. Gene Siskel, famoso crítico del Chicago Tribune sostenía que para hablar de lo mejor o lo peor del cine en cualquier categoría, era necesario antes profesar al menos tres películas que muestren lo que somos. De ese tamaño.
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Así, para hacer el necesario recuento del 2019 es necesario primero, como pide el atinado Siskel, confesar cuáles son las películas que para bien o para mal han hecho lo que soy. En febrero de 1973 cumplí cuatro años. Me llevaron a la Muestra de cine. Un año antes se estrenó Estación cielo (Vlak do Stanice Nebe) del checo Karel Kachyna. Cuando terminó la función mis padres me preguntaron: ¿ahora qué quieres hacer? Yo respondí: volver a verla. Eran los años de las funciones corridas y recuerdo que fue la primera vez que una película me fascinó. Veinte años más tarde yo era un hombre atribulado que se enamoró del barroco carmín del Drácula de Bram Stocker que es en realidad el Drácula que Francis Ford Coppola filmó en 1992. Por último, a pesar de que se estrenó también en la década de los años de 1970, no vi hasta el inicio de este siglo y gracias al streaming, Novecento de Bertolucci. Aún me conmueve el duelo final entre los hermanos Alfredo y Olmo ante un tren. Estas tres películas tienen algo en común con las que conforman, por otro lado, la personalidad de este agónico año 2019. Hay, en las seis películas de esta columna, amor filial, locura y actuaciones espectaculares.
Parásitos del coreano Bong Joon-ho es la primera obra que conforma el carácter del año que termina. Es fascinante por su sentido del humor, por la belleza de sus imágenes y porque si uno la mira bien presenta un trágico retrato de lo que es el amor en la familia y sobre todo el amor al padre. Nominada por el Sindicato de Actores de Estados Unidos como mejor elenco, Párásitos es una muy probable contendiente por el Oscar, lo cual realmente no importa. Lo importante es, como siempre, la actuación. No hay mala película que esté bien actuada. Ahora, si la imagen está a la altura del arte visual tenemos entonces una obra realmente extraordinaria.
Como Había una vez en Hollywood, siguiente obra que conforma este año. La película de Tarantino es un afectuoso regalo a la actriz Sharon Tate además de ser una profunda e hilarante reflexión de lo que significa el cine, la actuación y, sobre todo, la amistad.
La tercera película del 2019 es Joker. Tomando el universo de DC Cómics, el director Todd Phillips consiguió retratar la locura del mundo en el 2019. Porque hoy todos quieren sentirse El Joker, pero El Joker, recordémoslo, es un asesino. ¿Estamos locos? Un poco sí, pero en el cine, la locura es hermosa.
Ahora, en vez de escribir qué espero para el 2020, haré una oración al cielo fílmico para pedir que ciertas cosas no sucedan: Hitchcock, señor del cine, no permitas más películas basadas en los personajes de Marvel, no más obras mexicanas de guionistas que no distinguen la tragedia del melodrama y sobre todo, Alfred, por favor, que no haya una nueva secuela (o precuela) de Star Wars.
RP