'Perfectos desconocidos' o el desnudo emocional

Teatro

La obra, que se presenta de jueves a domingo en el Teatro Libanés, transforma la tensión en un chacoteo permanente, factor que diluye subtextos y situaciones dramáticas que el espectador se perderá irremediablemente.

Ludwika Paleta, Michael Brown, Tiaré Scanda, Alex de la Madrid, Marcela Guirado, Juan Carlos Vives, Luis Arrieta y Michael Chauvet conforman el elenco
Alegría Martínez
Ciudad de México /

La insatisfacción queda en evidencia a la luz de un mensaje de texto, un audio o una foto en Perfectos desconocidos, que expone la radiografía emotiva de un grupo de viejos amigos a punto de dejar de serlo.

La anécdota de la película de origen italiano, del mismo título, que desde 2016 ha recaudado grandes montos a partir de las versiones en español, francés, japonés, húngaro y ruso, llega a México en versión teatral, producida por Morris Gilbert, quien invitó al director español Daniel Guzmán a trabajar de manera conjunta con Jaime Metarredona para el estreno de la versión mexicana.

La anécdota sobre los amigos que se reúnen a cenar durante una noche de eclipse y juegan a poner su celular sobre la mesa para compartir frente a todos las llamadas, los whatsapps, fotos y audios que lleguen durante la velada, cuenta con la actuación de un elenco conformado por Ludwika Paleta, Michael Brown, Tiaré Scanda, Alex de la Madrid, Marcela Guirado, Juan Carlos Vives, Luis Arrieta y Michael Chauvet como alternante.

La acción de la obra avanza festivamente. Los espectadores se ríen, se angustian y se ven reflejados en los personajes y en las situaciones en torno a la posibilidad de que se descubran los secretos destinados a su teléfono celular, como si éste fuera una caja fuerte sentimental.

No obstante, la propuesta escénica mexicana transforma la tensión de la circunstancia en un chacoteo permanente, como sucede en muchas reuniones de esta naturaleza, factor que en el teatro diluye subtextos y situaciones dramáticas que el espectador se perderá irremediablemente.

La mayor parte del elenco deja claro que procede de una experiencia de actuación televisiva en la que el trabajo interno que le corresponde, incluidos la progresión, los subtextos y la proyección constante de lo que siente y piensa el personaje ante lo que decanta la acción, es parte de una labor que generalmente no están obligados a ejercer al no requerirse un trabajo actoral a profundidad, y a que los acercamientos, los cortes, la edición y los efectos, solucionan de otra forma lo necesario.

El público sale contento después de haber ejercitado su mecanismo emotivo y de divertirse. Por lo general, no echa de menos lo que el silencio, las miradas, la información a medias y las micro reacciones deberían revelar sobre los secretos de los personajes puestos al descubierto, y aunque tanto el guion como el libreto son sencillos y abordan abiertamente la infidelidad, la insatisfacción, el aborto y las terapias clandestinas, el tránsito de los personajes rumbo a la exposición de lo que quisieran resguardar a toda costa queda, en algunos casos, trunco en la algarabía.

En la necesaria y compleja labor de construcción actoral, Ludwika Paleta y Juan Carlos Vives están en personaje de principio a fin.

La actriz, desde el primer paso que da sobre el escenario, genera interés en Marina, un personaje ávido por divertirse, por beber, por sentirse atractiva, por tener relaciones sexuales y trocar un presente que la tiene hundida en el abandono y el aburrimiento. La acción y la palabra de Ludwika Paleta conforman un acto orgánico, nutrido por un trabajo de filigrana y engarzado hasta el final, sin dejar nada a la suerte.

Por su parte, Juan Carlos Vives, en el papel de Pepe, realiza un admirable trabajo de progresión, de tareas internas para acallar el pavor que le da a su personaje ser descubierto en su preferencia sexual, inmerso en un juego doblemente peligroso al que accede orillado por su amigo que también oculta algo, espiral en la que el personaje de Vives resiste casi en silencio, a ratos inmóvil en el sofá, desde donde el espectador percibe la vorágine que su corazón alberga.

En un espacio escenográfico que ubica la estancia, el baño y el vestíbulo, entre muros imaginarios que dejan ver el interior de cada zona, los personajes, alterados ante el desnudo emocional, serán arropados más tarde por la inclinación de la órbita lunar.

Perfectos desconocidos se presenta de jueves a domingo en el Teatro Libanés.

ÁSS

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