A Daniel, mi hijo
(In memoriam)
El rectángulo azul de la piscina
y el cielo indiferente abriéndose a la noche.
Te gustaba nadar a esta hora fría.
Yo te oía bracear como en un gran combate.
Y hoy has vuelto,
con tu cuerpo de sol y detenido
en tus veintiocho años para siempre.
Si pudieras mirarte, recortado
contra la nada gris del horizonte,
pensarías en Hockney
tan concreto y no obstante tan abstracto.
Y tú tan vivo como en mi corazón
y tan lejano
como el lienzo que ves en un museo.
Te he visto vacilar, al borde, antes de dar
el salto. Y me he quedado
aquí, en mi silla blanca
esperando que emerjas de las aguas.
AQ