Saliste corriendo por la playa como potranca desbocada.
Tus gafas se quedaron flotando bajo la luna.
Tomé el auto, y me fui al hotel.
Al llegar me asomé por la ventana, pero no regresaste.
Nunca regresaste. Aunque por la mañana nos dimos los buenos días
como si nada hubiera ocurrido.
Como si al correr lejos de mí, tu cuerpo lastimado lastimándome se hubiera ido
para siempre. Regresaste con tu cuerpo llagado.
Nunca la sangre había corrido con tal fuerza por la playa.
AQ