A Joan Margarit
Recibo la dura noticia de que has muerto
y mi impulso me lleva a escribirte
como si aún pudieras recibir estas palabras
y responder con la aquietada luz de tus inviernos
a la repentina tristeza de perderte,
al anclado silencio que detiene
para siempre tu voz entre los vivos.
Y, sin embargo, ya empiezan a resonar
en el mar de la poesía, tus versos,
y a recordarnos con la humilde solidez
de su íntima arquitectura, que:
“sin el dolor no habríamos amado”.
AQ