extiendo un mapa hidrográfico
y veo inmóvil, en el pliego,
lo que fluye constantemente.
los ríos sueñan que nadan, sueñan que flotan,
pero la parte final de un río no es un sueño
para las piedras que son lechos de sí mismas
sumergidas en su cauce,
calmando una fiebre que llamea desde el fondo
como relámpago subacuático.
paso mi lápiz sobre el papel calcante
y con el pulso te olfateo en la bastilla de este atlas líquido.
voy tras tu rastro,
mi caudal huido en los mapas,
mi río perdido en el agua.
AQ