Cuando te sueño me pongo pálida como la muerte.
¿Qué prodigio es este
de estar tú y yo en otra parte
guiados por las manos de Dios?
¿Por qué somos dos manos tan dóciles
que cualquier ídolo puede llevarnos tan lejos?
¿Qué éramos antes?
¿Qué seremos después?
Cada noche me pongo mi ropa más bella
y tú me la quitas,
pero nunca lograrás hacer de mí una esclava.
También desnuda visto como reina
porque tú y yo nunca pecamos,
porque tú y yo nunca nos vimos.
Sin embargo nos vemos cada día,
sin embargo somos tan pobres
que ni siquiera tenemos que comprar la muerte
porque la vida nos la regala.
AQ