Un olor trashumante, una caravana de signos atravesando, no sin dificultad, el desierto donde pugna por surgir la vegetación verbal. Un buitre de sombra vuela obstinado sobre la carroña de la escritura, se posa sobre los símbolos abiertos, picotea las entrañas de la imagen, el cascarón donde vida y muerte palpitan enlazadas. Formas inciertas, espejismos del poema naciente, disperso por la mano del viento como duna de sílabas a lo lejos. Efímeros oasis para los labios de la ansiedad, abiertos como la zanja donde brilla la gardenia cuyo perfume se pretende asir en sueños. El sol del desierto apaga toda huella, todo gesto humano agota. Solo el viento cruza fronteras.
AQ