La voz es clara. Pesa. Como piedras
Arrojadas en aguas tranquilas, o lanzadas
Una tras otra hacia un muro bajo.
Removiendo todo cuanto se resiste.
No siempre haciendo mella pero no desiste.
Y el silencio que la rodea es una puerta
Perforada por la luz. Una prenda
Que marca los senos, la intimidad
Entre los muslos. El cuerpo es hacia lo que nos inclinamos
Nos tensamos conforme avanza, bailando al alejarse.
Pero es la voz lo que nos invade. Incluso
Sin decir nada. Incluso sin decir nada
Una y otra vez ausente de sí.
AQ