La esperanza dejó la casa hace siglos.
Los niños dejaron los juguetes.
La masa en la cocina fermentó, en ese sitio elegido por no
sé quién.
La misma taza de café se enfría desde la idéntica mañana,
aquella que nadie recuerda.
El timbre se mantiene en silencio.
El perro amigo.
El gato hambriento.
Desde el primer instante en el que todo se nombra con la
mirada, todos permanecen aquí.
Todos permanecen mudos, unos junto a otros.
ÁSS