Hay una luz primaveral en Roma
que enmiela las márgenes del Tíber
las calles arboladas los trenes y sus rieles
Hay dorados en las ruinas y en los barrios
en la gente que sacude su alfombra en las ventanas
en las parejas tumbadas en el césped
en las pieles en los labios en las voces
en ojos donde el sol se duerme
sin ver la longitud de una estación a otra
Es mayo y las plazas se ensanchan y se alargan
Crecen las sombras al calor del día
AQ