Ciertos días afortunados,
cuando convergen en el cielo
monóxidos, nubes y ozono,
es posible mirar al Sol
de frente para declararle:
Yo te degrado, compañero,
dejas de ser en este instante
centro absoluto del sistema.
Te libero de tus deberes.
Eres una mancha de luz.
Eso y nada más, una mancha.
Este poema forma parte de un libro en preparación
AQ