Juraría que te vi.
Eran tus mismos ojos almendrados,
mirando inquisidores
la desembocadura del camino.
¿Qué observabas?
Acaso las colinas
que se levantan inmediatas
al final de la calle.
Juraría que eras tú,
quien recorría este pueblo
como una aparición condicionada
a volver a las sombras.
Y si no,
por qué te fuiste así, rozando el suelo
cuando quise palpar
debajo de tus pechos
el corazón de un águila perdida.
AQ