Muslos que cantan
al ritmo de mis ojos
una canción cálida y sencilla;
senos que se diluyen
gota a gota,
inaugurando
la solemne ceremonia
como piedras derrumbadas en piano
y estrellas.
Es el tiempo
disperso entre las sábanas,
el sitio alfombrado
con mi piel y con mis lágrimas,
¡tronco oscilante
del naufragio
donde
la muerte de todos los relojes
es canto de verano de ríos
y colinas
entrando
a las ciudades más altas!
AQ