Busca incansable, rastrea
quiere alcanzar algo limítrofe,
algo que la defina y le dé forma.
Ella no tiene una imagen de sí,
es barro, mármol, jade
o quizá tronco de abedul
que arde en los incendios veraniegos.
Reclama el fausto, la riqueza
el amor.
Lo quiere todo y bien despachado.
La pasión vedada la consume.
Perturbada, usurpa el tiempo
la mirada, el tacto, el beso.
Una ansiedad opaca, densa,
la conquista
la inclina a vivir
una ilusión.
La realidad la apremia a tomar con sus manos
de cervatillo perseguido:
el arsénico.
AQ