“Maimónides canta su sueño”, un poema de Jeannette L. Clariond

Poesía

En estos versos, la autora explora los sentimientos que dan origen a la poesía misma, así como sus limitaciones.

Representación de Maimónides enseñando a los estudiantes sobre la 'medida del hombre' en comparación con la Tierra y el universo. (The Israel Museum)
Jeannette L. Clariond
Ciudad de México /

Bajo sus pies por pavimento baldosas de zafiro

y por cielo un tapiz de densas nubes blancas,

todo bordeado por una trenza vulnerable al azul.


Allá lejos, un peñasco de donde surgen diminutas flores

verdeoro, amarillas, naranja, semillas de viento en un suspiro de la naturaleza

pues no es del monte florecer fuera del tiempo.


Y es que solo sentimos algo en el corazón

cuando debemos callarlo.


Las cosas duelen si se guardan, mas la ira, como aquella de Noé,

produce rebelión.


Todo sentimiento posee el amor y la tumba.


“Él dijo en su corazón” significa que lo pensó sin decirlo.

Soñamos cuando la escritura no se adapta al lenguaje humano:

el fuego no devora la espada ni la tierra a su población.


Comer de la miel es alimentarse del panal que es dulce al paladar.


Maimónides sueña con reinos de una gloria en donde el comer

es la sabiduría: no hay hambre de pan ni sed de agua, sino

sed de sabiduría antes de que asome el segundo diluvio.


Así que, si leemos en Bishop que había grasa de cordero,

quiere decir: “Venid a comer carne grasosa en casa de Rabã”.

Con esto intento sugerir que, cuando leamos la poesía de los grandes,

no juguemos a saber que eso que se escribe llega al corazón. También el intelecto

tiene la altura de los Doctores. Y cuando acucie la sed, recordad:

“Venid, vosotros los sedientos, venid a las aguas”.


AQ

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