Tu recuerdo se agranda como un remordimiento,
y el paisaje entreabierto se me cae de las manos.
Manuel Maples
Hola, mamá, no te enfurezcas,
sé que estás muerta y que Dios no existe,
que debo ser feliz, y que hago mal preocupándome por cosas
que te harían desgraciada,
pero hoy estaba con Vera en el balcón,
el mar tenía la medida imposible
que te ha reemplazado,
y te echo de menos por el azúcar y los cubiertos,
por las ganas de que existas,
que ya ves, ya sé que no me ves,
y que no voy a preguntarte por mis hijos.
No quiero hablar de ti porque te llevo
en esta niña que soy yo cuando fui tuyo,
que te haría ser más joven, menos muerta,
no esta ruina permanente sin columnas
que no acaba de asolar la tempestad,
esa última sed, la vencida inmensidad del abandono.
Esto lo escribí porque a veces,
cuando me siento mal
porque no preguntan por ti y les digo,
y sé o no sé, mamá, tú me conoces,
necesito inventarme al abuelo que no tuve y al que tuve,
al puto padre que te parió, y que en mi casa
hubo amor, hubo reina,
hubo gente extraordinaria.
AQ