Como yo, el volcán despierta de noche.
De día, él y yo intentamos descansar,
sin mucha suerte.
Por eso andamos turulatos.
Cuando ya se juraría que no servimos para cualquier cosa
escupimos nuestra bocanada nocturna
sobre la irritante luz feroz del nuevo día.
Esta que aquí se ve entre letras
es la mía.
AQ