Mis labios,
muertos para el mundo,
profesaron en el continente de los tuyos
y abandonaron su nombre antiguo
para incendiar la precariedad del pasado.
en mí se han prolongado las bocas de las nubes
para traerte de regreso
y aquí,
bajo las alteradas cicatrices del cielo,
encuentro la etimología de tu voz amanecida
y te doy nombres que resplandecen,
como astros dulcemente abatidos,
sobre tu cuerpo.
AQ