No hay mañana para la lengua.
Es un puro saber el instante
de lo que se necesita
como el campesino
mira su árbol de fruta.
Ahora se canta
en un sitio mudo
donde los brazos
caen y se petrifican,
donde la piel
tiembla a paso diverso
desandando en el humo.
Ahora el vocabulario
dice lo impropio.
No hay sombra ni lengua.
Queda el trote
de todo lo que oímos.
Y lo imperfecto.
AQ