Ramón:
No nací en Jerez
ni tengo una beata dentadura
ni un temible luto ceremonioso
ni dialogo con pájaros locuaces
ni soy una efusiva penitente.
Sólo soy tu lectora
y al ir tras tus palabras
sospecho tus apuros
que me causan calosfríos ignotos.
Puedo decir, sin culpa, que conozco
el mar y, sí, es menos
grande y menos hondo que el pesar.
A veces siento hormigas en la sangre,
pero nunca rondo el confesionario.
Me deshice de azahares y de lágrimas
y descubrí la senda milagrosa.
Ramón:
Si no te importa tanto viaje, ven.
Ayúdame a regar
palabras en mis plantas.
AQ