Algunas veces nos embarcamos
en el agua amarga de los días;
otras, nos signamos
con la raíz de la mandrágora
o nos arañamos la piel con la centuria
y así nos vamos.
Buscamos nuevos modos de inventarnos
hasta que,
atadas las cosas a lo lejos,
vemos la esfinge coloquial que se levanta;
y el tigre, el leopardo,
el lagarto, los buitres
nos dejan una agonía fugitiva,
dentelladas nos marcan,
arabescos sobre la piel nos muerden.
AQ