A Alfonso Rodríguez Díaz
Cuando había estrellas en el cielo,
giraba y el mapa calado se hundía despacio
en la rendija, ponía a sonar
la pianola culpable del país.
Anochece y llovizna y poco a poco
al pie del Ajusco se enciende un hormiguero aterido;
saben hacerlo: se notan segmentos rectos,
cuadrículas posibles. Ya llegarán astrólogos que expliquen.
Por ahora la vista titubea sobre puntos de luz
como el tacto aún torpe de un ciego reciente.
Silencio en vastos relámpagos escasos.
AQ