Si alguien abre
aunque no
sea nadie quien abra
la espantosa
puerta impúdicamente
condenada desde el penúltimo
cataclismo y allí se obstina
en penetrar, ¿podrá sin mengua
de su razón ir rescatando
lo que sabe perdido?
Noche
de los inválidos, hendida
como un útero luego del oficio
de volver a nacer, ¿tan pavorosa
va a parecerte ahora cuando
te internas en lo nítido y ves,
no ves, escuchas
el relieve
tenaz de la música erguido
de pronto frente a ti, tapando
con su humeante espectro
la puerta más posible?
No busques la salida: no has entrado.
AQ