El sol se mece lento en cada viaje
por un eclipse que la luna decreta.
Se borró la luz con rapidez,
soltó la oscuridad de una noche
mientras los pájaros aturdidos
no reconocían la prontitud
de la negrura,
un ámbito de silencios y silbidos.
Se apagaron,
inmediatez de una luna
atravesada por la sonrisa rajada
que el tiempo decreta,
un beso
orientado por las amarguras del limón
en verde y amarilla verdad.
La oscuridad se vuelve oscuridad,
se disuelve con la embestida del resplandor.
El resplandor se hace sombra.
AQ