Cada año me digo
que compraré un paraguas.
Que este sí.
Pero no aprendo.
Me instalo
bajo el alero de las casas
e imagino cómo el mundo doméstico
se cierra
en una escena íntima
y aguardo
a que el agua adelgace su presencia
en el afuera de las cosas
o quién sabe,
tal vez sea optimismo
que detenido en la puerta
y sin tocar
desea
que alguien abra
y lo invite
a pasar.
ÁSS