El lenguaje es cáscara del propio lenguaje y el poeta persiste en abrir la dura nuez del lenguaje para alcanzar la pepita de oro del poema a través de las palabras. La lucha es con el lenguaje como materia y forma del poema. Pródromo (Vaso Roto, 2019), de Aurelio Major, habla de la imposibilidad de la escritura poética y de sus síntomas modernos, desde el barroquismo hasta la abstracción definitiva.
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El título remite al malestar previo que se anticipa a una enfermedad y que en el libro se convierte en metáfora del acto de escribir. ¿Se refiere Major a la raspadura inicial del impulso poético, a la comezoncilla que las palabras producen en la necesidad de la escritura? Su propuesta plantea un posicionamiento referencial frente al lector como cómplice del acto poético: “Yo allá, tú aquí, ¿quién habla?”. Aurelio Major, como en otros de sus libros, interpela a un lector exigente, capaz de zambullirse en los abismos de la retórica para alcanzar el significado de ese decir al que aspira el poema. La selva oscura es entonces el verso y el poeta se adentra en el marasmo de las palabras para visualizar la luz, en este caso la nada latiente que se oculta más allá de los significados.
Dividido y diferenciado en cinco secciones que comparten una vocación intelectual por el lenguaje, el libro abarca tanto el engarce lúdico de las palabras como una intención aforística. Aurelio Major demuestra un gran conocimiento del léxico que le permite tensar las cuerdas del sentido hasta su propio límite, sobre todo en los poemas que componen las dos primeras partes: “Especulares” e “Ilapso”. La sección intermedia, denominada “Esparcimientos”, propone una serie de fotografías sobre distintas maquinarias que irrumpen en el paisaje o que son absorbidas por el entorno al igual que las ruinas de las culturas antiguas. Cada imagen es realzada por una sentencia, cita o referencia que alude a una interpretación de lo mirado. En dicha sección central se encuentra el poema que organiza la compleja intención del libro: “Solo se podía escribir sobre la imposibilidad esencial de la escritura”. Poema que proporciona en gran medida las claves del libro, o, al menos, la prefiguración de su tentativa: “solo/ del laberinto del no/ puede surgir la escritura”.
En el centro del libro está la marca de Aurelio Major, quien persigue muy de cerca el epígrafe de Blanchot: “Para callarse, hay que hablar”. El resto se estructura a partir de un planteamiento negativo frente al lenguaje; por esta razón, las fotografías funcionan como contrapeso de la retórica. La lección se afirma desde la imposibilidad poética: “ ‘yo’ no nombra a ninguna persona,/ ‘aquí’ ningún lugar,/ ‘esto’ no es ningún nombre/ rota ya está finalmente la fiera armadura/ y su espanto”. Supongo que se refiere a la armadura del lenguaje y al espanto por nombrar las cosas.
Pródromo es un libro de dura cáscara que contiene algunas almendras luminosas, sobre todo cuando vence al ángel del léxico y se deja llevar por la sensibilidad del lenguaje y por la nostalgia de saber que el poema es evanescencia: “Soy una voz que arroja palabras/ que de fragmento en fragmento/ van enunciando la larga historia de la sombra”.
RP / ÁSS