Carlos Mapes es un editor legendario, también uno de los grandes conocedores del rock, capaz de atisbar en los rincones menos visibles de un género que ha conquistado el mundo, abarcando distintas generaciones y diversificándose en propuestas, intérpretes y autores.
Sombra del rock, forever (Trilce, 2023) es un libro en el que Mapes despliega su conocimiento a través de breves estampas, de mínimos recuerdos o comentarios sobre los héroes del rock y sus canciones, que forman parte de su (de nuestra) propia vida. Relaciona, por ejemplo, su adolescencia con el mar de Acapulco, con su ineptitud para nadar, con su primera novia y con la música. Mientras ella nadaba con sus amigos, él permanecía en la playa escuchando a los Beach Boys: “sus complejas armonías vocales, frescas y desenfadadas, se te metían como agua por los oídos, tapándolos, te hundías como ahogado feliz con ‘Good vibrations’ o ‘God only knows’”. Ella lo abandonó, quizá aburrida; él se quedó con la música.
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La escritura de Mapes es de una fluidez impresionante, el ritmo —suave o enérgico— prevalece en cada línea. Su recuento abarca de 1962 a 1972 y, por supuesto, rinde homenaje a Elvis, “el cantante más versátil”, el indiscutible Rey del Rock. “Presley —dice Carlos—, con su sensual figura, copete y patillas varoniles, fundió la melodía blanca con el espíritu negro”. Y dice también: “Estar en su piel es mirar todo con la melancolía de sus ojos…”.
En la portada del libro, como una especie de subtítulo, con letra pequeñísima aparece una frase que revela la más grande pasión del autor: “Todos seremos olvidados. Excepto los Beatles”. Desde luego, dedica varios textos al Cuarteto de Liverpool, pero asimismo habla de los Rolling Stones, los Who, los Moody Blues, los Doors, Cream, Led Zeppelin, Grateful Dead, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Elton John, Tina Turner, John Cale y de una galería inmensa de leyendas en la que aparece un grupo mexicano ahora prácticamente olvidado: los No.
“Sombra del rock —escribe Graciela Cándano— es un libro excitante que se lee de principio a fin sin poder detenerse, y que deja una sensación de añoranza de una época que definió una parte fundamental del ya viejo siglo XX”.
Por su parte, en la solapa de Sombra del rock Víctor Cabrera anota: “este libro es (…) un manifiesto personal y una declaración de fe en esa que José Agustín llamó ‘la nueva música clásica’”. Es también, una autobiografía sonora. “Para recorrer el largo camino que lleva hacia uno mismo, me acompaña siempre la grandiosa tonada de ‘Ticket to heaven’ (de Dire Straits); sonido elegante, áspero: una despedida con tintes de cereza”, dice Carlos Mapes cuya vida está unida irremediablemente los sonidos extraordinarios del rock.
AQ