En ‘Raya y el último dragón’, la mayor aventura es la confianza

Cine

Nominada al Oscar, esta película animada nos recuerda una ausencia compartida en nuestro mundo real.

En su versión original, Raya es interpretada por Kelly Marie Tran. (Cortesía: Disney)
Fernando Zamora
Ciudad de México /

Aunque se ha dicho mucho, pocas películas poseen realmente un universo. Y es que para ello es necesario que el cineasta tenga una forma auténtica de mirar el mundo para lo cual requiere hacerse con una cosmogonía. La única forma de crear un universo es creyendo en él. Esto es lo primero que salta a la vista en Raya y el último dragón (disponible en Disney+) del mexicano Carlos López Estrada, por la cual se encuentra nominado al Oscar junto con otras personas que, con él, la dirigieron y escribieron el guión.

Según esta película el mundo tuvo un inicio perfecto. Hombres y mujeres convivían con los dragones en una suerte de Edén, pero las ambiciones humanas rompieron el equilibrio. Fue así como entró la muerte en el mundo. Con semejante premisa, es claro que los héroes de Raya lo son en el sentido más amplio: tienen que sacrificarse para recuperar el orden universal y, en un sentido más inmediato, rescatar de la muerte a sus seres queridos.

La película está llena de referencias: a la novela Dunas y a El Señor de los anillos; al cine de Kurosawa con algo de Mad Max sin olvidar, claro, a las películas de artes marciales. Además, las grandes peleas a puño limpio recuerdan el videojuego Mortal Kombat con sus espectaculares fatalities. Todo se mezcla en un mural enorme, lleno de detalles, una obra en que los protagonistas son un viejo tuerto, un niño huérfano, un bebé ratero y dos chicas que se odian a más no poder.

Esta combinación recuerda, por otra parte, el largo trayecto que han recorrido los grandes estudios de California para producir obras realmente inclusivas. Porque, si uno lo piensa bien, las heroínas al principio de dicho camino resultaban forzadas. El poder de personajes como Pocahontas o Mulán parecía siempre un tanto artificial. Raya, en cambio, es una joven mujer con todos los atributos para representar efectivamente las fortalezas de la feminidad. Ahora bien, la estructura de cuento de hadas puede hacer que la película resulte previsible. Esto, y el hecho de que su sentido del humor sea más bien cándido, hace que Raya y el último dragón sea una película especialmente atractiva para los niños de modo que, ¿qué sucede con los adultos? Me parece que, desde la perspectiva de un cinéfilo ya mayor, esta obra puede servir para reflexionar en torno a lo sucedido en los últimos años, con toda la desazón que trajo a éste, nuestro mundo real, la inefable pandemia del covid-19.

No se trata en absoluto de que la película nos haga olvidar. Al contrario, tal vez lo que consiga es recordarnos a los muertos porque, en otro nivel de lectura, Raya y el último dragón es una película que habla de fe, esa creencia razonable que se presta a la inteligencia para que esta pueda seguir funcionando sin quedarse pasmada ante lo único impensable: la muerte. Y es que, si bien parece un poco obvio que Raya y sus compañeros van a triunfar, resulta pertinente el mensaje de que necesitan confiar. No sólo uno en la otra. Antes que nada, tienen que creerse que pueden mejorar al mundo, pero, otra vez, tanto se ha dicho que termina pareciendo banal. Sin embargo, vale la pena volverlo a pensar: ¿qué iguala a humanos y dragones en esta película? Que ellos y nosotros hemos perdido a un ser amado. Por eso el pequeño cocinero y el viejo tuerto, Raya y su peor enemiga compartimos el mismo deseo de eternidad. Y por eso resulta original esta heroína, porque su más grande aventura consiste en creer. En confiar.

Raya y el último dragón

Don Hall, Carlos López Estrada, John Ripa | Estados Unidos | 2021

AQ

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