Decepcionados de su continente, escritores europeos —Antonin Artaud y D. H. Lawrence, entre otros— vieron al México postrevolucionario como una tierra de la gran promesa. Hubo otros, sin embargo, que no dudaron en mostrar su animadversión hacia el país; los ejemplos más recordados son los de los ingleses Graham Greene y Evelyn Waugh. Pero los ataques que realizaron tuvieron orígenes diferentes: mientras el primero lo hizo con conocimiento de causa, el segundo fue contratado para hacerlo. Las compañías inglesas afectadas por la expropiación petrolera efectuada por Lázaro Cárdenas en marzo de 1938 le encargaron a Waugh el libelo Robo al amparo de la ley (Robbery Under Law: The Mexican Object Lesson), que fue publicado en 1939. Este es el tema de ¡País de ladrones! Evelyn Waugh y México, de Armando González Torres, ganador del Premio Bellas Artes de Ensayo Literario Malcolm Lowry 2015 (Fondo Editorial del estado de Morelos).
El meollo de ¡País de ladrones!... son los capítulos que el ensayista dedica a la visión que Waugh tenía de México y lo que sucedía en el ámbito internacional, en el que ya se encontraba en el aire la Segunda Guerra Mundial. Como Greene, Waugh llega a México en 1938, pero si el autor de El poder y la gloria se arriesgó a transitar los “peligrosos caminos del sur”, él se quedó en la seguridad de las ciudades.
En el repaso que efectúa de Robo al amparo de la ley, González Torres muestra que el novelista inglés, a pesar de la consigna que tenía de denunciar “al gobierno de tinte comunista de Lázaro Cárdenas”, ofrece en ciertos puntos una visión positiva de México. Para adentrarse más en su tema, este católico y conservador en lo político realizó lecturas sobre la historia del país, pero más que para tratar de entenderlo, le sirvieron para corroborar sus prejuicios. Así llega al capítulo más importante: el dedicado al petróleo. Clive Pierce, dueño de algunas empresas, le pagó para que escribiera el libro y la conclusión a la que llega para defender a las compañías petroleras inglesas es categórica: “Un Estado pequeño, con un presupuesto apenas equilibrado, no puede asumir el reto de explorar sus propios yacimientos sin ningún ingreso”.
En el capítulo “Las tormentas ideológicas de la época” se encuentra la principal aportación de González Torres. Allí, los rasgos que definían al individuo Waugh, en especial su catolicismo, adquieren niveles épicos, es decir, más en relación con la colectividad. En esos apocalípticos tiempos en los que el capitalismo parecía no ofrecer posibilidad de remisión, el catolicismo se presentó como una alternativa junto al comunismo y el fascismo. En su acercamiento al catolicismo inglés, González Torres demuestra, en contra de los prejuicios, que en él habita un elemento crítico.