Del 26 de febrero al 1 de abril del año en curso se presenta Lohengrin en el Met de Nueva York, ópera de Richard Wagner que el 18 de marzo será transmitida vía satélite a medio mundo, incluido el Auditorio Nacional y algunas salas de cine en varias ciudades de nuestro país.
Se atribuye a Wagner la definición de la ópera como arte total y vaya que en su caso tales palabras cascan como anillo al dedo. El gran compositor alemán no solo creó la singular y portentosa música que lo ha hecho trascender en el tiempo sino que, además, escribía los libretos y se involucraba en la producción de los montajes.
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Ahí no paraba el accionar del nacido en Leipzig, quien se dio a la tarea de construir un teatro diseñado a su gusto, sobre todo con un escenario donde cupieran grandes coros y orquestas. Tal obra arquitectónica se levantó en Bayreuth, ciudad alemana de Baviera donde cada año se lleva a cabo un festival con óperas exclusivamente de Richard Wagner.
Miles de aficionados y fanáticos de Wagner de todo el mundo se inscriben cada año con la esperanza de asistir algún verano al festival, sin importar que deban esperar un lustro o hasta una década para conseguir su objetivo.
La Máquina de Nueva York
Peter Gelb tomó las riendas del Met de Nueva York en 2004 y desde entonces se propuso realizar el montaje más espectacular del ciclo wagneriano El anillo del nibelungo, tetralogía compuesta por las óperas El oro del Rin, La valquiria, Sigfrido y El ocaso de los dioses.
Gelb se alió con el productor Robert Lepage y pidieron que se diseñara un complejo mecanismo escenográfico, compuesto de 24 placas metálicas que pesan 45 toneladas y sirven como base para recrear bosques, ríos y cielos donde se desarrollan las historias, basadas en leyendas germánicas y escandinavas.
En la temporada 2010-2011 se estrenó La Máquina con las puestas en escena de El oro del Rin y La valquiria. Inicialmente el armatoste tuvo algunas fallas técnicas que se resolvieron en funciones posteriores, aunque algunos miembros de la Asociación Wagneriana de Nueva York pusieron el grito en el cielo por el uso de tanta tecnología. En la siguiente temporada se montaron Sigfrido y El ocaso de los dioses.
Las cuatro óperas fueron transmitidas en vivo, vía satélite, con gran éxito de taquilla a nivel mundial. El Auditorio Nacional de México volvió a programar el ciclo completo, además de presentar en el Lunario el documental El sueño de Wagner, de Susan Froemke, en el que se detalla la odisea de Gelb y Lepage para presentar la tetralogía de manera tan impactante.
En el terreno artístico se contó con la participación de James Levine y Fabio Luisi como directores de orquesta. La soprano estadunidense Deborah Voigt se consagró con sus sólidas y deslumbrantes actuaciones en el ciclo.
Gran ópera y gran sinfonía
Muchos amantes de la ópera no quieren saber nada de las obras de Wagner por su densidad y larga duración, como en el caso de Lohengrin (4:50 horas), que en la actual temporada del Met tiene como cantantes principales a Piotr Beczala (tenor) y Tamara Wilson (soprano); Yannick Nézet-Séguin dirige la orquesta y François Girard produce. Las reseñas hablan de gran éxito en el estreno por parte de los intérpretes, orquesta y coro, con aislados abucheos finales de los fanáticos wagnerianos tanto para el productor como para el escenógrafo y vestuarista Tim Yip (la famosa Máquina únicamente se utiliza para las óperas de la tetralogía).
Lohengrin es una historia de amor imposible que fusiona elementos míticos medievales y acontecimientos históricos del siglo diez. Paradójicamente, contiene la marcha nupcial más utilizada en las bodas católicas. Franz Liszt, quien dirigió la orquesta el día del estreno en Weimar (28 de agosto de 1850), dijo que no solo se trataba de una gran ópera sino también de una gran sinfonía.
Las arias ligeras estilo Verdi no aparecen en las óperas de Wagner (ambos nacidos en 1813). La especialidad del alemán son los recitativos grandilocuentes y profundos, aderezados con algún leit motiv, guiño reiterado que él inventó para enfatizar ideas con música.
En 2014, durante la plática introductoria de Los maestros cantores de Nüremberg, ópera que dura casi seis horas, Sergio Vela dijo en el Auditorio Nacional algo que vale destacar: “Wagner es un compositor extremo, y si sus obras tienen larga duración es por un motivo muy sencillo: él tiene muchas cosas que decir. Además, ¿cuál es la prisa?”
“Führer” sí o no
Richard Wagner murió cuando Hitler aún no nacía, pero se le relaciona con el dictador por sus ideas nacionalistas y antisemitas que, de algún modo, luego sirvieron a la ideología del Tercer Reich. El genocida admiraba a Wagner y asistió varias veces al Festival de Bayreuth como invitado de honor de los descendientes del músico.
En 2022 el Festival decidió cambiar una palabra en el libreto de Lohengrin y eso causó cierto revuelo. En una de las escenas finales, el personaje principal declara que el hermano de su amada será el nuevo líder (führer), término que fue cambiado por “protector”.
La decisión fue tomada por Katharina Wagner, nieta del compositor y directora del Festival. Varios conductores musicales y críticos consideraron que tal medida es arbitraria porque, siguiendo esa ruta, habría que cambiar muchas otras palabras y frases nacionalistas. No faltó quien dijera que se trataba de un tardío lavado de cara familiar.
A pesar de tal antecedente, en el Met se optó por dejar que Piotr Beczala pronuncie la controversial palabra, tal como aparece en el libreto original. Al menos en este caso, Wagner, quien es considerado por muchos como el músico que mayor influencia ha ejercido en todos los campos del arte, descansa en paz.
AQ