Roberto Cantoral, un hombre que supo vivir los momentos

Entrevista

Roberto Cantoral Zucchi, hijo del célebre compositor mexicano, habla de la biografía novelada que publicó recientemente, donde repasa la vida del autor de "La barca" y "El reloj".

Roberto Cantoral Zucchi, en el vestíbulo del Centro Cultural que lleva el nombre de su padre. (Foto: Ángel Soto)
Ángel Soto
Ciudad de México /

Los caprichos de la diosa Fortuna pueden resultar especialmente irónicos cuando desfavorecen a sus hijos predilectos. Es el caso de Roberto Cantoral: en los años 50 conoció el tormento del amor prohibido, pero a cambio recibió un doble regalo de las musas. Mientras residía en Washington, conoció a una mujer de la que se enamoró hasta el paroxismo. Ella, aunque correspondía a sus sentimientos, estaba comprometida y había viajado hasta ese rincón de Estados Unidos para celebrar su despedida de soltera. Los ruegos más vehementes del joven compositor no impidieron que tuviera que verla partir —al estilo de Brief encounter, la célebre película de David Lean— desde un andén que, en ese momento, al él le pareció el sitio más desolador del planeta.

Esa misma tarde, mientras todavía paladeaba la amargura del desamor, Cantoral escribió, con pocas horas de diferencia, dos obras irremplazables en el cancionero mexicano: “El reloj” y “La barca”.

En el bolero, la característica esencial del enamorado no es amar sino exacerbar su amor en versos. Dotado de una imaginación portentosa, Roberto Cantoral entendió que, para sobresalir en un género poblado de sentimientos desmesurados, había que cantarle a los objetos cotidianos.

“En aquel entonces, eso no se acostumbraba”, cuenta Roberto Cantoral Zucchi, primogénito del compositor, en entrevista con Laberinto. “Todo el mundo le hablaba a la amargura, al odio, al amor, al olvido… Mi papá le empezó a hablar las cosas: al reloj, a la barca, al teléfono, a la almohada. Encontró un estilo que le permitió trascender y ser diferente a los demás”.

La charla sucede en las instalaciones de la Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM), en Coyoacán. Desde esa oficina de vistas privilegiadas, donde vela por los intereses de los creadores musicales del país, Cantoral Zucchi habla sobre Detén el tiempo en tus manos, un libro en el que narra —en clave de novela— la vida de su padre, desde los albores de su trayectoria como intérprete hasta su época al frente de la SACM y sus últimos días de vida. Plena de pasajes entrañables, su historia es un crisol de vicisitudes, glorias, desamores —copiosos—, anhelos y triunfos. No obstante, más allá de su anecdotario, Cantoral fue explica su hijo con ineludible afecto filial— “un ser humano muy cariñoso que le profesaba un hondo amor a la música”.

¿A qué obedeció la escritura de este libro, a una obligación con la historia o a una necesidad íntima?

Es cierto que había una responsabilidad moral, pero sobre todo una necesidad de poner en orden la vida de mi padre. Cuando él fallece, nos quedamos como responsables de darle seguimiento a su legado. Hubo propuestas para hacer homenajes, cursos de investigación, crónicas… Pero nos faltaba información y había que hacer un esfuerzo para poner todo en orden. Investigué, leí y empecé a escribirlo con esa intención.

El libro tiene un valor para melómanos y fanáticos, pero también para quienes se dedican a la investigación musicológica.

Por supuesto, hubo un gran trabajo de investigación en todos los aspectos, pero el objetivo de hacerlo novelado fue evitar un tono demasiado académico o acartonado. Sin embargo, no se dice ninguna mentira ni se omite ningún acontecimiento importante. Los puntos cruciales en la vida de mi padre están en el libro, tanto en el ámbito personal como en el artístico y como defensor del derecho de autor

¿Para contar la historia de tu padre tuviste que abandonar el papel de hijo?

Hubiera sido imposible escribirlo como hijo. Hubiera perdido la objetividad por la admiración y el amor que le tengo. En el libro quise poner los hechos tal como sucedieron y dejar que el lector los dimensione y los ponga en el lugar que les corresponde.

¿Esa distancia te permitió observar su vida con cierta crítica?

Sí, hay una parte en el libro, cuando él entra como líder de la SACM, en que hay un rompimiento con mi madre. Ellos nunca se habían separado, iban juntos hasta el baño. Pero cuando se hizo presidente de la Sociedad, empezó a haber una distancia. Mi papá vivía una nueva época y eso provocó una separación muy brusca que no supieron manejar. Para nosotros, como hijos, fue muy difícil. Hubo momentos críticos, momentos en los que hicimos lo imposible por tratar de reconciliar la situación.

¿Acaso ese distanciamiento familiar devino en la lucha por el reconocimiento de los derechos de autor?

Sin duda. Esto no lo sabe mucha gente: la lucha de mi padre por defender el derecho autor, por defender a sus compañeros, le costó su familia. Pero creía en el poder transformador de la música. Decía que si los alimentos son un bien primario para la fisiología del ser humano, la música es un bien primario para el alma. Así lo proyectó toda su vida.

Portada del libro 'Detén el tiempo en tus manos'. (Cortesía)

¿Cómo era Roberto Cantoral en el ámbito profesional?

Fue un hombre dedicado, apasionado y muy perfeccionista. Trabajaba mucho, podía tardarse días buscando la palabra exacta o una armonía adecuada. Con el trío (Los Tres Caballeros, integrado también por Leonel Gálvez y Chamín Correa) ensayaba hasta ocho horas diarias. Era muy exigente y estudioso.

No obstante, a pesar de ese trabajo pasó épocas complicadas.

Es cierto, los inicios de mi papá fueron muy difíciles. Lo boicotearon intencionalmente, por eso emigró a Estados Unidos. Él quería irse a Europa y hacer su carrera allá. Pero las circunstancias lo trajeron de vuelta.

Tu padre ha tenido numerosos intérpretes, ¿cómo era su relación con ellos?

Muy buena. Mi padre siempre fue un ser humano muy cariñoso, todo el mundo lo quería y se llevaba con todos de maravilla.

¿Le gustaban las versiones que escuchaba?

Él decía: “mientras más te graben, será mejor”. Todas las versiones, independientemente de sus estilos y de lo bien logradas que hayan podido ser, eran un halago para él como compositor. Podría asegurar, por ejemplo, que no hay otra canción como “El reloj” que todos los tríos hayan grabado.

¿Qué te dice el hecho de que, aún hoy, numerosos artistas sigan interpretando las canciones de tu padre?

Es lo más grande. Mi padre murió en el 2010, hace 13 años, pero dejó de componer en 1982. Él murió como autor en ese año. Hace 41 años que no hay una nueva canción de Roberto Cantoral, y su obra sigue vigente. Hizo canciones que tienen el poder de conectar con las nuevas generaciones.

Existe un proyecto para inaugurar la Casa del Bolero Roberto Cantoral. ¿Cómo ha progresado ese plan?

En este momento estamos tratando de concluir el inventario para entregar la propiedad en comodato a la Secretaría de Cultura y a Bellas Artes. El gobierno de México está trabajando conjuntamente con el de Cuba en un proyecto binacional. Necesitamos preservar, promover y difundir el bolero. La idea era vender la casa de mi padre, pero sería un crimen hacer eso con un recinto tan emblemático. Ahí está toda su historia.

¿Podrías describir, desde tu óptica de hijo, en qué consistía vivir para Roberto Cantoral?

Sabía vivir los momentos, esa es una de las características que lo definen. Si estaba con sus hermanos compositores, sacaba la guitarra para cantar sus canciones. Si estaba con su familia, disfrutaba la sobremesa. Lo que realmente hizo feliz a mi padre fue el contacto con la gente.

Cantoral y Cantoral, padre e hijo. (Foto: Ángel Soto)

ÁSS

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