Rodrigo Garibay: de Mozart a Santa Sabina

Doble filo

El músico mexicano habla sobre el regreso de la Sinfónica de Minería y comparte a sus héroes musicales en este juego de ping-pong verbal.

Rodrigo Garibay formó parte de Santa Sabina de 2001 a 2003. Actualmente es solista invitado en la OSM. (Cultura UNAM)
Fernando Figueroa
Ciudad de México /

Rodrigo Garibay estudió en la Escuela Nacional de Música de la UNAM. Formó parte del grupo Santa Sabina y ha musicalizado películas y cortometrajes. En 2020 grabó el álbum Conciertos para saxofón y orquesta, instrumento que toca con virtuosismo. Participa como solista invitado en la actual temporada de la Orquesta Sinfónica de Minería (OSM), que debido a la pandemia fue grabada y es transmitida vía streaming (10 y 11 de julio puede oírse a Garibay con la OSM en Fantasía para saxofón, de Villa-Lobos, y en Adiós Nonino, de Piazzolla, con arreglo de Ryszard Siwy). Hoy juega ping-pong con Laberinto.

—¿Estás casado con el saxofón o con el clarinete?

Con el saxofón, que es el amor de mi vida. El clarinete sería mi amante.

—¿Qué se siente dialogar con una orquesta?

Felicidad y un gran compromiso.

—¿Qué tal la grabación con la OSM?

Aunque sin público, fue muy emocionante volver a tocar juntos en un escenario.

Adiós Nonino en una palabra.

Amor.

—Heitor Villa-Lobos en una frase.

El motivo por el que quiero ir a Brasil.

—Un compositor mexicano vivo.

Hebert Vázquez.

—Un recuerdo de la Sala Nezahualcóyotl.

Tocando Bolero, de Ravel, con la Orquesta Sinfónica de Minería, dirigida por Carlos Miguel Prieto.

—El mejor público frente al que has tocado fuera de México.

El de Londres (con la OFUNAM).

—Y el más extraño.

El de Dublín.

—Una ópera mexicana y una extranjera.

Aura, de Mario Lavista. La flauta mágica, de Mozart.

—Un grupo de rock.

Los Beatles.

—Un gusto musical culposo.

Dua Lipa. La verdad, ni tan culposo.

—Define a Rita Guerrero.

Una artista congruente que amó a su país.

—Una canción de Santa Sabina.

“Azul casi morado”.

—Del 1 al 10, Woody Allen en el clarinete.

Le pongo 10, por divertido.

—¿Y de cineasta?

Que sea 11.

—Una película musicalizada por ti.

Las paredes hablan, de Arturo Zavala.

—Dos películas con buena música.

Revolutionary Road, de Sam Mendes, con música de Thomas Newman. Stranger than Paradise, de Jim Jarmusch, con música de John Lurie.

—Una pieza de Charlie Parker.

“Confirmation”.

—Dexter Gordon o Coleman Hawkins

¡Ufff! Ni modo, que sea Dexter Gordon.

—El mejor saxofonista que has oído en vivo.

Branford Marsalis, mi héroe.

—Una comedia musical.

Wicked.

—Led Zeppelin o Pink Floyd.

Es una disyuntiva muy cruel.

—Café Tacvba o Caifanes.

Café Tacvba.

—Dos discos en una isla desierta.

Cuartetos para piano, de Mozart, con Daniel Barenboim. The Beatles, conocido como “el álbum blanco”.

—Música para tu última hora de vida.

Gran partita, de Mozart.

—Tu epitafio.

“Disfrutó de todo el bufet musical”.

AQ

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