Un pequeño y hermoso libro para niños, Cuando hablaba era contigo (Secretaría de Cultura, 2019), en selección de Lorena Crenier y Dolores González Casanova, nos permite repensar las enormes dimensiones de la obra poética e intelectual del humanista Rubén Bonifaz Nuño.
Aunque el autor de La flama en el espejo y Fuego de pobres gozó de un reconocimiento indiscutible, quizá no tuvo la resonancia cultural y literaria que debió tener en vida como continuador del humanismo de Alfonso Reyes y de Alfonso Méndez Plancarte; como gran impulsor de la Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum; como intérprete muy original de la imagen de Tláloc y la cultura mexica; y, además, como raro poeta experimental que, con amplios recursos clásicos, contribuyó a recrear la poesía moderna mexicana y la contemporánea, de allá y de acullá.
- Te recomendamos La joven historia de la palabra 'virus' Laberinto
Crenier y González Casanova nos descubren que este poeta tan culto, tan complejo, tan sofisticado, tan clásico y latino, no sólo podía escribir poemas ligeros, poemas para niños, sino que sus composiciones densas implican muchas líneas candorosas, con la gracia que sólo pueden vislumbrar los ojos de los primeros años de vida. Así pues, Crenier y González Casanova, acompañadas de Susana Ríos Szalay y del poeta Vicente Quirarte, han inventado un nuevo y desconocido Bonifaz Nuño y, al hacerlo, han creado una nueva sensibilidad, que en realidad es la de ellas, aunque estoy seguro de que al poeta no le hubiera disgustado ver sus viriles versos impecables atrapados y proyectados en una mirada femenina, y transfigurados en algo diferente y, si no suave, sí con el encanto mínimo de un dedal.
A mí no deja de sorprenderme esta operación. Y para que se entienda mi sensación de asombro, recuerdo ahora este verso suyo, tristísimo y lapidario en más de un sentido, en comunicación con su paisano Salvador Díaz Mirón: “Si todo se ha de ir, ¿por qué llegaste?”. Aquí observamos su terrible conciencia de fatalidad y pobreza —metafísica y bolero abrazados, Lucrecio y Cuco Sánchez al unísono— y, asimismo, su insólita métrica con acentuaciones pares e impares regulares que le permitió crear una música tan áspera como flexible. En versos de esta catadura asoma más que la descripción de un mundo injusto, la observación desnuda de quien conoce la penuria económica y la desdicha amorosa, y ha perdido la esperanza de hallar la felicidad, mas no el coraje necesario para estar aquí en la vida.
Era y es tan extraño encontrar en esta poesía magnífica, arropada en el lujo retórico de las inversiones sintácticas y refinada hasta el exceso en toda clase de tropos, el entendimiento duro de las carencias reales y la soledad ordinaria. Ahora, con el libro Cuando hablaba era contigo, sabemos que en esta poesía también hay una insospechada gracia pueril. Así, entre ser niño y ser viejo, Bonifaz Nuño nos puede decir repentinamente desde su esplendorosa y severa humildad: “¿qué podemos perder con alegrarnos?”.
SVS | ÁSS