'Stalker', la obra maestra que le costó la vida a Tarkovsky

Con una atmósfera misteriosa e hipnótica, el realizador ruso consiguió plasmar el simbolismo de una zona prohibida, como lo es hoy el mundo exterior.

Fotograma de 'Stalker', dirigida por Andrei Tarkovsky. (Mosfilm)
José Agustín Ramírez
Ciudad de México /

¡El futuro ya no es lo que solía ser, damas y caballeros! Nuevas y viejas virulencias nos atacan desde distintos frentes, y sin embargo, debemos seguir adelante, camaradas, no hay de otra. Así pues, como les estaba diciendo, en mi más reciente colaboración para este Laberinto de letras, usé el pretexto del virus de moda, para platicarles sobre El séptimo sello, una obra cumbre del genial Ingmar Bergman. Y si habéis disfrutado de verla, aun con cierta angustia, como lo hice yo, en estos tiempos de pandemia, entonces, ya en plan masoquista, les recomiendo también Stalker, un clásico retrofuturista de Andrei Tarkovsky, el maestro de la cámara lenta.

Es una obra maestra del cine de arte, no apta para ciberadictos con síndrome de hiperactividad y déficit de atención. Pero si usted es de buen diente para el cine pausado, de gran calidad visual, Stalker es una opción obvia para explorar el futuro, desde un lente visionario del pasado. Quien ingresa en sus filmes, entra en el “tiempo-Tarkovsky”, su muy personal estilo contemplativo y reflexivo, casi neurótico de tan aletargado, pero que en esta película consigue una atmósfera misteriosa e hipnótica, además de muy bella, en un tono decadente y enigmático.

​Al final, la película les costó la vida a él, a su esposa y productora del filme y al fotógrafo original. Los tres fallecieron pocos años después, de cáncer, al exponerse, sin saberlo, a desechos tóxicos de una fábrica cercana al río donde filmaron algunas locaciones para esta obra insólita en la historia del cine. Ha sido homenajeada y explorada desde múltiples puntos de vista, se le han dedicado ensayos, libros enteros, novelas, secuelas y hasta videojuegos. Es, pues, una obra emblemática, un artefacto insólito y evolucionado que costó sangre a su realizador, tanto para financiarla y producirla como para culminarla. Su muerte, como la de su esposa y la del fotógrafo, fue una consecuencia directa de su amor por la imagen y el cine, su pasión por las locaciones extremas en exteriores inhóspitos, como los paisajes abandonados de la posguerra que dan a Stalker un ambiente único y retorcido.


En la zona prohibida

Stalker no tiene que ver directamente con ninguna epidemia, ni se relaciona con el coronavirus en ninguna forma, excepto quizás porque su argumento incluye el simbolismo de una zona prohibida, como hoy en día se ha vuelto el mundo exterior para los internados en la cuarentena virtual. Es un hecho irrefutable que Stalker posee una atmósfera imposible para su época y origen, además de este ambiente agobiante, muy familiar hoy en día, que se comienza a padecer en el confinamiento; escucho en Stalker diálogos muy pertinentes, que mucho aportan a las discusiones sobre la fe y el deseo. Asimismo, tal como en esta movie de estética postapocalíptica, se busca llegar a una habitación dentro de la zona vedada, donde se cumplen todos los deseos, aquí y ahora, de vuelta en la irrealidad, los amos de la mercadotecnia global nos quieren vender la idea de que, encerrados en casa, si es que la tenemos, allí podemos ser igual o más felices que saliendo al exterior.

La computadora se nos vende como respuesta a todos los males y necesidades, el Big Brother moderno y recargado se pavonea en el escenario, como la fuente de todas las verdades e ilusiones, un cerebro de inteligencia artificial que, se nos dice hasta el cansancio, si se conecta en una pequeña habitación uno puede adquirir, a través de la pantalla luminosa, todos los satisfactores, resolver todos los dilemas y dar rienda suelta a los caprichos, por mas retorcidos que sean, incluso viajar alrededor del mundo, sin jamás abandonar la habitación de los deseos cumplidos.

El argumento de Stalker es simple pero profundo: dos hombres de conocimiento, un “Escritor” y un “Profesor”, contratan a un “Rastreador”, el Stalker, para poder ingresar a una zona prohibida, donde el gobierno autoritario tiene un control militar estricto y ejercen a voluntad su permiso para matar a todo aquel que intente traspasar las fronteras. Bloquean un territorio desconocido para todos excepto los rastreadores, un área potencialmente mortal para todo aquel que se aventura a explorarla, pero que esconde una ciudad en ruinas y, en su centro, un edificio abandonado donde se halla una habitación, dentro de la cual todos los deseos se vuelven realidad. La película de Tarkovsky desdeña toda respuesta a los misterios planteados y se centra simplemente en la parte filosófica, existencialista, dejando abiertos los misterios como una herida.


Expulsados del paraíso

Hoy en día, es como si la zona prohibida se hubiera salido de control, como si creciera, como si fuera La Nada en el mundo de Fantasía de La Historia interminable, de Michael Ende. Pues se extiende por el mundo, en la forma de la expansión incontenible del coronavirus, y de pronto todo el territorio nacional, las mismas calles afuera de nuestras casas, en las que crecimos, se vuelven vedadas. Tal como si un agente patógeno extraterrestre quisiera cancelar la vida como la conocíamos. Nos hablan de un peligro de muerte con sólo salir de nuestras madrigueras. Y la agorafobia y la germofobia contra las que yo tanto luché en mi propia mente, de pronto se han institucionalizado.

Resulta absurdo pensar siquiera en escapar de nuestras cuatro paredes mentales, pues el temible virus puede estar en cualquier parte, lo puede portar cualquiera, incluso nosotros y los que amamos, podemos contagiarnos del Virus de la Corona. Esto nos ha convertido en seres incapaces de abrazarse, de darse un beso sin miedo a contagiar o ser contagiados por aquellos que amamos, o nos aman. Nos hemos vuelto extranjeros en tierra extraña, como los marcianos en La guerra de los mundos de H.G. Wells, que ya nos habían conquistado, pero al salir de sus trajes espaciales y máquinas de guerra super avanzadas se enfrentan con que no pueden sobrevivir en la atmósfera terrestre, y todos caen víctimas del resfriado común. Ahora nosotros estamos igual, como ajenos a la madre Tierra, expulsados del paraíso.

***

Y aun cuando levantaron la ley seca, la cerveza en las tiendas continúa escaseando y al parecer pronto no habrá nada que beber más que agua, pues las fábricas están cerradas, pero hasta que eso pase: ¡Salud por todas las fiestas del mañana!

SVS | ÁSS

LAS MÁS VISTAS