Stephen King, el vidente de la noche profunda

Reseña

En The Stand, el rey del terror narró la llegada de una "supergripa" que elimina al 99 por ciento de la humanidad, un panorama extremo de nuestra realidad actual.

La nueva versión de 'The Stand' es emitida por CBS. (Cortesía)
José Agustín Ramírez
Ciudad de México /

En las montañas de Maine, al norte de los Estados Unidos, existe un vidente de la noche profunda que, desde hace muchos años, tiene algo que decir sobre nuestra plaga moderna, alguien que pudo ver a la distancia la proximidad del Virus de la Corona: Stephen King, el rey del terror, quien puso sus predicciones por escrito en The Stand, una de sus novelas más celebradas. Este autor es, quizás, el que más acumula versiones de sus libros y cuentos adaptados a la pantalla, sólo detrás de Shakespeare —si acaso no lo ha superado ya—.

Esto es lo que sucede con The Stand, escrita en 1979, después reescrita y actualizada para situarse 10 años adelante en el tiempo, y más tarde convertida por el mismo autor en un guion televisivo, que dio origen a una miniserie de cinco capítulos y aproximadamente unas seis horas de duración, lanzada en 1994 por la ABC. Contó con la participación de actores como Gary Sinise, Rob Lowe y Ed Harris (el mismo Stephen King aparece en un papel pequeño al igual que los legendarios directores de cine Sam Raimi y John Landis). La verdad es que este proyecto televisivo no le hizo justicia al libro de King, pues aun cuando él mismo adaptó el guion, el resultado es un tanto acartonado y los efectos especiales dejan mucho que desear.

Tras un nuevo intento fallido por llevarla a la pantalla grande, recientemente se adaptó para otra serie de televisión, esta vez a cargo de CBS. Ya se pueden ver imágenes de algunas escenas, donde constatamos que el personaje protagónico de la legendaria madre Abigail será responsabilidad de Whoopi Goldberg, mientras que su antagonista, el villanísimo Randall Flagg, revivirá a cargo de Alexander Skarsgârd (True Blood), entre muchos otros personajes memorables. A ver si esta vez logran una adaptación digna, aunque, irónicamente, su filmación tuvo que ser aplazada debido a la contingencia del coronavirus.

La historia es simple, y refleja una lucha entre la dualidad del bien y el mal, muy al estilo de El Señor de los Anillos, como el mismo King ha confesado, pero situada en América del Norte. El argumento es lo que hace a The Stand una obra visionaria, casi profética, pues la trama gira alrededor de un virus de influenza extremadamente agresivo, al cual los personajes atrapados en este libro apodan “Supergripa”. El virus fue desarrollado por el gobierno de los Estados Unidos, en un laboratorio ultrasecreto, como potencial arma biológica. Pero escapa de su control, es liberado por error entre la población estadunidense y desde ahí se expande por el mundo en cuestión de semanas, eliminando a 99 por ciento de la humanidad. Los pocos sobrevivientes en lo que fuera Estados Unidos, se hallan desamparados, salvo por la atracción magnética y telepática de dos seres sobrenaturales y eternamente polarizados, mismos que encarnan todas las virtudes y todos los vicios de la especie humana: por un lado, un demonio, llamado Randall Flagg, quien inicia un régimen fascista y sanguinario, y exige ser venerado como un nuevo mesías por sus aliados y súbditos enloquecidos, puros personajes secundarios malvados y autodestructivos. Como si viera venir nuestros tiempos modernos, pero oscurantistas, siempre observando más allá de lo evidente, King le encuentra la madriguera ideal a su villano: Las Vegas, abandonada por la civilización pero luego revivida por el Demonio, y convertida en una especie de Mordor, el reino del mal. Mientras tanto, los otros supervivientes han formado una sociedad casi utópica; al ser milagrosamente inmunes, se han reunido en torno a la Madre Abigail, una centenaria mujer afroamericana que atrae a las buenas personas mediante sueños y las guía hasta su refugio entre cultivos de maíz.

El protagonista es Stuart Redman, el primer civil en entrar en contacto con el virus, pero también el único en resultar ileso, al parecer es inmune, al igual que el resto de los supervivientes, pues por alguna razón desconocida la epidemia no los enferma, a pesar de que a su alrededor pueblos y ciudades enteras son diezmadas casi hasta la extinción. Es el fin de nuestro reino de injusticias y escasas libertades, nuestra completa falta de fraternidad e igualdad, en el bonito modelo capitalista de explotación del hombre por el hombre en el que hemos crecido, aceptándolo tácitamente y desconociendo las verdaderas diferencias entre el bien y el mal. De hecho, en The Stand lo que aparentemente otorga inmunidad a los héroes es su capacidad de permanecer humanos, en el mejor sentido de la palabra, pues conservan su decencia, amabilidad, perseveran en la misericordia, en la piedad, el anhelo de superar la barbarie, la convicción de ser solidarios, de ayudar al prójimo, y esto les permite enfrentar la adversidad traída por el virus y el falso profeta apocalíptico. Eso sí, solo después de que sus propios conflictos al interior de la resistencia, pongan en peligro la posibilidad de vencer al maligno, mientras intentan reconstruir la democracia desde cero.

En algún punto de la novela, King resume la premisa de su obra en la voz de la madre Abigail: "Yo he pecado de soberbia, como también lo han hecho todos ustedes. Eso ya quedó en el pasado. Ha llegado el momento de ceder tu voluntad a la voluntad de Dios. Es hora de ofrecer tu resistencia" (es decir, defender el ideal del “Bien”). Y ciertamente, yo me pregunto, y a ti, amable lector: ¿cuánto más podemos soportar, antes de defender lo que es correcto?, esa es la frase que da sustento al título: The Stand, que podría traducirse como “La Resistencia”, aunque el libro se haya titulado Apocalipsis o La danza de la muerte en su versión al español.

Durante nuestro sugerido internamiento, Stephen compartió vía Twitter la lectura del octavo capítulo de The Stand, donde ejemplifica, tranquilamente y con toda naturalidad, como un virus supercontagioso podría extenderse de ciudad en ciudad en cuestión de horas, aniquilando a la población, como hemos visto ahora en la vida real, con toda proporción guardada, devolviendo esta historia de horror a su caja de Pandora.

En The Stand, o Apocalipsis, la novela visionaria de Stephen King, lo que sorprende es la premura con que este cabrón previó la pandemia, que si bien es mucho más terrible en su novela, más exagerada y letal que el Virus de la Corona, demostró su capacidad predictiva, al nivel de los más grandes escritores de ciencia ficción, como Verne, George Orwell, William Gibson o Philip K. Dick.

Sólo nos queda rezar porque, como en la novela de Stephen King, al final prevalezca lo mejor de la humanidad, y no lo peor.

ÁSS

LAS MÁS VISTAS