Una aproximación superficial a la poesía mexicana podría hacernos pensar que lo más notable de nuestra modernidad lírica está constituido casi exclusivamente, como ocurrió en otras latitudes —dentro de nuestro idioma o fuera de él—, por un afán de ruptura y por la conciencia de la desaparición de los ídolos del pasado. Éste es el caso del poema baudeleriano “A un cadáver” de Salvador Díaz Mirón, de “Poesía” de Xavier Villaurrutia y de “Viaje” de Salvador Novo. Poemas en los que lo escatológico —en el primero—, un erotismo secreto y subversivo —en el segundo— y un humor futurista —en el tercero—, producen un efecto perdurable. Sin embargo, esta perspectiva es incompleta como ha mostrado, desde hace muchos años, Gabriel Zaid con su insólito libro Tres poetas católicos (Debolsillo, 2021).
- Te recomendamos “Incendios”, un poema de Alfredo Pérez Alencart Laberinto
Al lado de los autores mencionados, podemos poner a Ramón López Velarde, a Carlos Pellicer y al Padre Manuel Ponce. Y al reunir el primer grupo con el segundo, nos damos cuenta de que no sólo el sentimiento religioso en “abstracto”, sino la emoción católica en “concreto”, permiten producir poemas tan inquietantes y actuales como aquellos otros concebidos desde la conciencia y la exclamación: “¡Dios ha muerto!”, “¡Ya no existe Dios!”, de Jean Paul y Nerval. Con versos como “Canela ultramontana/ e islamita/ por ella mi experiencia/ sigue de señorita” o “El arcángel de pie, junto a la puerta, miraba las miradas” o “Yo estoy herido/ de muerte, una muerte venial y liviana”, comprendemos la agudeza sensible y psicológica que surge de la pasión intelectual del catolicismo.
¿Por qué ha sido necesario que Gabriel Zaid publicara este libro con un título tan apartado de las fórmulas literarias complacientes? Fundamentalmente, porque las suposiciones fáciles, las ilusiones falsas y, en general, el lugar común, han dado por un hecho que la cultura católica milenaria ya no tiene nada que decir en el cambio de la sociedad contemporánea y de la literatura moderna hacia una supuesta síntesis simbólica y tecnológica sin dimensión metafísica. Así, Tres poetas católicos nos revela cómo, durante el período de las vanguardias históricas y en el largo período de sus efectos estéticos, una poesía muy original y excéntrica creó, al margen del puritanismo moral protestante —conservador o liberal—, un espacio complejo. Esta poesía articuló el orden imaginario de las Escrituras con el barroco redescubierto, el cubo futurismo y la poesía pura. Pero lo que es más importante, la lectura de este libro nos permite entrever por qué el catolicismo, a pesar de sus “defectos” y su omisión culposa, ha perdurado y, de hecho, continúa vivo. En los versos citados observamos claramente una indagación de la apariencia y lo sensible realizada gracias al rigor y la erudita cultura eclesiástica. El sentido aquí no es una negación de los sentidos. Es su afirmación. Y ello ha permitido la plenitud lírica de López Velarde, Pellicer y el Padre Ponce. Tres poetas católicos representa la conciencia de este hecho radical.
AQ