Tres hermanos a través de su nación
matan, queman y roban a su paso.
El primero, ingenuo y sin razón,
fue ante los tribunales muy escaso
y en la soga pagó su mal fracaso.
Los otros en su marcha astutamente
su destino cambiaron a grandioso.
Cada uno entre una muchedumbre ardiente
su bandera blandió muy pernicioso,
en sus sangradas manos orgulloso.
Si ondeó roja aquí, blanca allá fuera,
y bajo símbolos tan blasonados
robar no era robar y matar no era…
Los Caídos —como ellos son llamados—
cadáver seguirán siendo nombrados.
Mas segó la necesidad su arrojo
y tuvieron al fin que serenarse.
De aquellos dos hermanos, blanco y rojo,
si es la muerte o victoria al coronarse,
lo hará digno la historia de contarse.
Y el primero hace tiempo justamente
que el infierno tragó con nula gloria,
pues sin grandes palabras a la gente,
él mató por iniciativa propia
y ninguna bandera le hizo historia.
Traducción del alemán: Paula Sánchez de Muniain.Versión lírica: Darío González Rodríguez.
Matadero Editorial/ UAQ/ UAM-I/ BKA-A/ BMeiA-Mx.
AQ