A dónde te llevó Teresa que me trajo tu voz
para arroparme de cuando deshilo en ramo
nuestra tanta palabra y siento el agua del río
como una piedra o un torzal
que se enreda en mi cuello
con la hondura de lo que no se olvida
una chinilla con la que se sueña
como si solo el peso en la mano
rasgara con su traza el velo que nos separa
A dónde te me has ido tras el tintineo de Teresa
que echo en falta tu risa y las flores y el mar
o los caballos del monte cabalgando
por el cielo raso de tu cuarto
¿Quién ha lavado tu cuerpo y lo ha bendecido
en sudario blanquísimo de cielo?
¿Quién hizo tu mano puño de arena
en señal del éxodo y el perdón?
¿Quién la ceniza en la frente
y el aceite de la unción en tus labios?
De dónde el silencio que responde con otro
en este cuarto de noche tan desvivida
sin más luz que la del cirio que pronuncia
un tiempo ya no nuestro
de cuando el viento
nos mira con su inmensidad
y escucho en tu desvelo
el tintineo de Teresa.
AQ | ÁSS