Víctor Contreras: “El órgano monumental es la voz de Dios”

Doble filo

El tecladista del Estado de México, quien juega ping-pong con 'Laberinto', grabó un disco con temas de Sor María Clara del Santísimo Sacramento.

Víctor Contreras, músico mexicano. (Foto: Instituto de Órganos Históricos de Oaxaca)
Fernando Figueroa
Ciudad de México /

Su abuelo y tíos abuelos fueron trompetistas, pero a Víctor Contreras lo encandilaron los sonidos del órgano y del clavecín, instrumentos que estudió en el prestigiado Conservatorio de Saint-Maur-des-Fossés, a las afueras de París.

Contreras nació en Tultepec e inició sus estudios musicales en Toluca. Ha ofrecido múltiples conciertos en México y en varias ciudades de Europa. Fue organizador de festivales de órgano en nuestro país y actualmente es maestro en el Conservatorio Nacional y en la Escuela Superior de Música.

Su disco más reciente ya está en plataformas digitales y en mayo podrá adquirirse en formato físico: Cuaderno de tonos de maitines. Sor María Clara del Santísimo Sacramento. Son piezas religiosas compuestas por esa monja oaxaqueña del siglo XVIII. Se grabó en el templo de San Francisco, en Coacalco, y se editó en Italia, país en donde Víctor Contreras había hecho el estreno mundial de esa música, en el Santuario de Nuestra Señora del Soviore, Monterosso al Mare, Liguria, en 2017.

Por otra parte, el próximo viernes 3 de febrero, a las 14 horas, un concierto suyo grabado en la antigua Basílica de Guadalupe será proyectado en el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Investigación Musical (CENIDIM), cuyas instalaciones están dentro del Centro Nacional de las Artes (entrada libre, cupo limitado).

—¿Tocar un órgano monumental es como manejar un tráiler?

Yo diría que es como conducir una carreta tirada por burros.

—¿Cómo definirías el sonido de un gran órgano tubular?

Cuando escuché a Jean Guillou en la iglesia de San Eustaquio de París, pensé que el órgano es la voz de Dios.

—¿Cuál es la diferencia entre los dos órganos de la Catedral Metropolitana?

Son parecidos, pero uno se construyó en México y el otro en España, por eso a uno se le conoce como El Mexicano y, el otro, El Español.

—¿Cuál fue la mejor enseñanza que te dejó el organista Éric Lebrun?

Yo mencionaría tres cosas: comprender el fenómeno musical como una experiencia humana, alcanzar el dominio técnico para conseguir el máximo nivel artístico y la paciencia.

—¿Y los clavecinistas Élisabeth Joyé y Richard Siegel?

Élisabeth Joyé me transmitió cosas técnicas del estilo francés de los siglos diecisiete y dieciocho. Con Richard Siegel vi todo lo relacionado con el repertorio de la carrera.

—El clavecín en tres palabras.

Abuelito del piano.

—Una composición de Bach.

Passacaglia y fuga en Do menor, BWV 582.

—Una de Vivaldi.

Concierto en Sol menor para cuerdas, RV 157.

—¿Qué es una partitura?

Una coreografía.

—¿Cuál es la clave para conservar la agilidad en las manos y el cerebro?

El cerebro se conserva haciendo ejercicio físico. La agilidad de las manos, practicando escalas y arpegios.

—¿Qué otro instrumento te gustaría tocar además de órgano y clavecín?

El violín, pero necesitaría otra vida para dominarlo. Toco mal la guitarra, pero me relaja.

—Un gran concierto tuyo.

Uno afuera del país, en Aahrus, Dinamarca. Otro adentro, en Tlaxiaco, Oaxaca.

—Una experiencia amarga.

Me ha ido bien, no me gusta hacer drama.

—¿Qué es el silencio?

Lo más bello que existe.

—Un libro en una isla desierta.

Uno con los ensayos de Montaigne.

—Un disco.

No me llevaría un disco sino partituras para oírlas en mi mente.

—Un personaje histórico.

Isaac Newton.

—Tu definición de felicidad.

Irme a la cama esperando que amanezca rápido para volver a la música.

—¿Qué porcentaje hablas de francés, italiano e inglés?

Francés como 95 por ciento. Italiano e inglés como 85.

—¿Qué es lo más difícil de enseñar en la música?

Que el alumno aprenda a escuchar.

—¿Las manos son una extensión del cerebro, del corazón o del alma?

Para tocar el órgano, son una extensión del cerebro. Para tocar el clavecín, son una extensión del corazón. Para tocar a la mujer que amas, son una extensión del alma.

—Un reventón inolvidable en París.

Allá me la pasé estudiando y, cuando terminé, tenía cinco días libres que iban a servir para eso que dices. Sin embargo, el director del Conservatorio me pidió que lo acompañara en un concierto y me tuve que poner a ensayar a marchas forzadas, así que la fiesta inolvidable nunca existió.

—¿Te hubiera gustado ser un deportista de alto rendimiento?

Era bueno para el frontón de mano, pero lo dejé por obvias razones. También jugué bien ping-pong. Me hubiera gustado hacer una carrera militar por la disciplina física que ahí llevan; me gustan las artes marciales.

—Eres organista, clavecinista, director de orquesta y maestro. ¿Vendes mole los domingos?

No. Lavo y plancho ajeno.

—Un gusto musical culposo.

Los Ángeles Negros, pero no es culposo. Soy fan de Germaín de la Fuente.

—¿Beatles o Rolling Stones?

Hay varias canciones muy buenas de los Rolling Stones, pero los Beatles son otro nivel.

—¿Qué música te gustaría oír al final de tu vida?

Preferiría el silencio.

AQ

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