I
El pasado 2 de mayo estaba anunciada la presencia de Alfonso Arau en la sala 4 de la Cineteca Nacional… y no llegó. Ese día se proyectó El águila descalza (1969) como arranque de un ciclo de películas del realizador mexicano.
Al finalizar la proyección, Armando Casas apareció como bateador emergente y habló de la trayectoria de Arau con gran conocimiento del tema. Casas es coautor del libro biográfico Alfonso Arau. Así es la vida (vals para piano), editado en 2016 por la Universidad de Guadalajara y la Secretaría de Cultura.
Juan Antonio de la Riva, quien suele platicar con los directores invitados a la Cineteca, le preguntó a Armando Casas, actual presidente de la Academia Mexicana de Ciencias y Artes Cinematográficas, por qué no le otorgaban a Alfonso Arau el Ariel de Oro por trayectoria. Casas dijo que Arau tiene merecimientos suficientes para recibir esa distinción, pero que no todos en la Academia piensan así.
II
Cuando Juan Antonio de la Riva hizo esa pregunta ante el público, yo no tenía muy clara la respuesta, así que me di a la tarea de conseguir Alfonso Arau. Así es la vida (vals para piano) y lo leí de un tirón. Los integrantes de la Academia deberían hacer lo mismo, luego darle el Ariel de Oro y ofrecerle una disculpa por no haberlo hecho antes.
La carrera de Alfonso Arau es muy conocida en términos generales, pero cuando se ve a detalle, su figura crece.
Para no ir muy atrás y no revolver peras con manzanas, estos son los directores que han recibido el Ariel de Oro en el siglo actual: Rubén Gámez (2001), Julio Pliego (2005), Felipe Cazals (2010), Jorge Fons (2011), Alfredo Joskowicz (2012), Arturo Ripstein (2014), Paul Leduc (2016), Marcela Fernández Violante y Juan Mora Cattlet (ambos en 2023). ¿La obra de Alfonso Arau no está a la misma altura de la que han realizado todos ellos?
En 2015, Arau recibió la Medalla Salvador Toscano al Mérito Cinematográfico, pero el Ariel de Oro sigue pendiente y no deberían esperar a que él cumpla cien años.
III
Alfonso Arau. Así es la vida (vals para piano) es una larga entrevista que le hace Armando Casas a Alfonso Arau, en la que se aclaran muchas de las dudas que quedan en el aire cuando uno lee o ve charlas de Arau con periodistas de cultura y espectáculos.
La mayoría de la gente sabe que Arau hizo Como agua para chocolate (1991), Un paseo por las nubes (1995) y la muy controvertida Zapata, el sueño del héroe (2004), pero desconoce que él dirigió nada menos que a Woody Allen en Picking up the Pieces (Recogiendo los pedazos, 2000), y que en Hollywood fue actor bajo las órdenes de Sam Peckinpah, Kirk Douglas, Robert Zemeckis y John Landis; en México lo dirigieron Alberto Isaac, Roberto Gavaldón, Alejandro Jodorowsky, el propio Armando Casas y un largo etcétera.
Arau no solo dirigió a Woody Allen sino que además lo sacó de su Nueva York querido para que fuera a trabajar a Los Ángeles. Acerca de Allen, Arau dice: “Llegaba a las siete de la mañana con un amigo de su infancia y se estaba hasta las siete u ocho de la noche. Nunca protestó y pasaba el tiempo en su tráiler platicando o jugando ajedrez con su amigo o practicando el clarinete y cuando lo llamaba ahí estaba listo, se sabía su líneas al centavo, era una maravilla, y me decía ‘yes, sir’, siguiendo el protocolo y, a veces, sabiendo que es un improvisador genial, yo le decía: ‘Woody, aquí después de tu diálogo, por favor improvisa’. Él decía ‘yes, sir’ y se ponía a improvisar. Y yo echaba a perder el sonido de las tomas porque no podía contener la risa”.
En esa cinta también actuaron Maria Grazia Cucinotta, David Schwimmer, Kiefer Sutherland, Sharon Stone y Fran Drescher, entre otras figuras. Fotografía del genial Vittorio Storaro, quien también trabajó con Arau en Zapata, el sueño del héroe y en L’imbroglio nel lenzuolo (Italia, 2010).
IV
En uno de los dos prólogos del mencionado libro biográfico, Roberto Fiesco dice que Arau es “ave de las tempestades que concita por igual el odio más profundo y la admiración rendida, como solo las leyendas pueden hacerlo”. Así es.
En el programa de televisión La historia detrás del mito, que en 2008 conducía Atala Sarmiento, el productor Sergio Pérezgrovas dijo: “Yo tuve una muy buena relación con él (Arau), hasta que me dejó de pagar. Por cierto, Alfonso, me sigues debiendo el making of de Como agua para chocolate. ¡Págamelo! ¿No?”.
Francisco Outón, director de postproducción, señaló: “Nos tardamos tres o cuatro semanas en terminar el proyecto. La demanda la hicimos al señor Alfonso Arau, pero él ya no estaba en México. Todo mundo se desapareció. Estuvimos platicando, le mencioné que me debía Como agua para chocolate, se reía mucho y dijo que ya había pasado mucho tiempo”.
Al respecto, Alfonso Arau dijo ante la cámara que no recordaba esa demanda y que tales personas tuvieron su crédito en pantalla, algo más valioso que la posible deuda.
Con quien también hubo demandas comprobables de ida y vuelta fue con su ex esposa Laura Esquivel, autora del libro y el guión, tal como lo consignó el diario El País en 1995.
En La historia detrás del mito, la actriz Claudette Maillé (la del desnudo arriba del caballo), dijo que Arau les pagaba lo mínimo que exige la ANDA, pero prometió darles un generoso cheque cuando la película tuviera éxito. El triunfo en taquilla llegó, pero el cheque nunca. “Puros dichos”, según Maillé.
V
Aunque la historia es conocida, vale la pena recordar que, según Alfonso Arau, la ya fallecida astróloga Giovanna fue quien le dijo a Laura Esquivel que debía escribir una novela que le cambiaría la vida. Lo curioso es que tal presagio se dio por vez primera cuando Esquivel aún no iniciaba su carrera en las letras.
VI
El éxito de Como agua para chocolate transformó a Alfonso Arau, según sus propias palabras, en the flavor of the month. Algo así como el sabor del mes (igual que en los helados), el director consentido del momento. Gracias a eso le cumplían todos sus caprichos en Hollywood y así pudo tener bajo su mando en Un paseo por las nubes a Keanu Reeves, Anthony Quinn, Giancarlo Giannini y Aitana Sánchez-Gijón (pudo haber sido Penélope Cruz).
De esa película, Arau comenta en el libro: “Ensayé con Keanu e hice improvisaciones. Él tuvo una niñez muy azarosa, muy mala niñez, y es un hombre muy delicado, muy frágil emocionalmente. Es muy buena persona. A mí me encantó Keanu. En una de las improvisaciones se soltó y no podía parar de llorar. Era impresionante”.
De Anthony Quinn: “Él ya tenía muchos años de edad. Entonces, cuando íbamos a empezar a filmar, me dijo en privado: ‘Mira, me da pena pedirte esto, pero a mí se me empiezan a olvidar los diálogos. ¿Podemos usar los carteles?’. Como se usaba antes, en un cartel grandote ponían los diálogos y un asistente, detrás de cámara, los iba cambiando. ‘Sí, cómo no’, le dije. Yo le daba mucha confianza. Lo adoré”.
VII
Tal vez algunos miembros de la Academia Mexicana de Ciencias y Artes Cinematográficas no le perdonan a Alfonso Arau haber filmado en Estados Unidos, lo mismo que a Del Toro, Cuarón e Iñárritu (a quienes Arau les abrió las puertas de Hollywood), pero deberían tomar en cuenta que, antes de Como agua para chocolate, filmó películas que de algún modo dejaron huella en la historia del cine mexicano: El Águila Descalza (1969), Calzonzin inspector (1973), Mojado Power (1980), Chido Guan, el Tacos de Oro (1986). Además de su prolífico trabajo como actor tanto en el cine comercial como en el de pretensiones artísticas.
VIII
La charla de Armando Casas con Arau también plasma la intensa vida del entrevistado.
Las raíces de Alfonso Arau Incháustegui están en Cataluña, Palma de Mallorca y el País Vasco. Él nace en la Ciudad de México y estudia el primer año de medicina en San Ildefonso, pero se enamora de una bailarina (hermana de Sergio Corona) y eso lo lleva a estudiar ballet.
Con Sergio Corona crea un exitoso show en el que bailan tap y ritmos populares, además de presentar rutinas cómicas. Luego Arau crea su propio espectáculo de pantomima con baile y música, y se presenta triunfalmente tanto en México como en París, ciudad donde estudió con Jacques Lecoq, el maestro de Marcel Marceau y Alejandro Jodorowsky.
También hay que mencionar el desmadroso grupo de rock Los Tepetatles, que Arau formó con Carlos Monsiváis, José Luis Cuevas, Vicente Rojo y otros integrantes que sí eran músicos. Hicieron temporada en el Quid, propiedad de Ernesto Alonso, y grabaron un disco.
Alfonso Arau estaba en La Habana cuando llegaron las fuerzas revolucionarias al poder y se quedó a trabajar en la televisión cubana durante varios años, además de crear ahí una escuela de teatro.
Quién sabe con cuánto grado de verdad y fantasía, Arau cuenta que estuvo al frente de un batallón de defensa en la invasión de Bahía de Cochinos, y que salvó la vida porque no le permitieron estar en la primera línea de combate por ser un extranjero muy famoso en la isla.
IX
En 2003 los medios de comunicación armaron gran revuelo cuando se supo que Ángel Isidoro Rodríguez, alias El Divino, era uno de los inversionistas de la película Zapata, el sueño del héroe. En una conferencia realizada en Morelos y consignada por La Jornada, Alfonso Arau dijo que el ex banquero sólo era su asesor financiero, aunque aceptó que Javier Rodríguez, primo hermano de El Divino, sí era uno de los inversionistas.
Por cierto, en los créditos de la filmografía del libro Alfonso Arau. Así es la vida (vals para piano), Ángel Isidoro Rodríguez sí aparece como uno de los productores de Zapata, el sueño del héroe.
X
En la parte final del libro firmado por Alfonso Arau y Armando Casas, el entrevistado da consejos para tener éxito en el cine, “una actividad que es arte e industria”. El remate es un segmento en donde Arau habla de sus parejas sentimentales y de sus ocho hijos, nietos y bisnietos, “más los que se acumulen esta semana”.
XI
En el periodismo de la vieja guardia estaba casi prohibido titular un texto con una pregunta, como en este caso. Cerremos con otra interrogante: ¿La Academia Mexicana de Ciencias y Artes Cinematográficas considera políticamente incorrecto darle un Ariel de Oro a Alfonso Arau?
AQ