Admirador de The Beatles y The Supremes, este diseñador gráfico ha dejado su talento en México de tal suerte que, sin saberlo, millones de personas conviven con su arte todos los días en el Metro, el Bosque de Chapultepec, el Papalote Museo del Niño, la Central de Abasto, incluso quienes vivieron los Juegos Olímpicos del 68.
A él le gustaría escribir o cantar, pero su vocación por encerrar en pequeños espacios grandes ideas lo ha llevado a diversos países a dar charlas a los jóvenes, actividad que disfruta porque, dice, aprende de ellos.
Aficionado al futbol y fanático del Liverpool y los Pumas de la UNAM, asegura que se siente identificado con la historia de Los Soprano, porque su familia era pobre y creció en ese entorno. Este es el Lado B de Lance Wyman (Newark, Nueva Jersey, 1937), a quien también le gusta el mole poblano.
¿Cómo se inició en el diseño gráfico?
En secundaria, tenía 12 años. Fui por un amigo para jugar beisbol y en su casa había una televisión y me quedé a verla, en ella había un tipo tocando el chelo, era Pablo Casals. Escuché cómo creaba cosas y eso me llevó al diseño.
Háblenos del logo de los Juegos Olímpicos del 68...
Trabajando para el Pabellón de la Feria Mundial en Nueva York, llegó el mexicano Eduardo Terrazas que trabajaba para Pedro Ramírez Vázquez, éste me dijo que regresara a México, me mandaron con él y comencé a laborar con ellos para el concurso del logo, pero sin saber mucho de este país, solo que tenía piñatas.
¿Qué lo inspiró?
Su cultura prehispánica. Por muchos días estuve yendo al Museo de Antropología y observé que tenían muy buenos gráficos y geometría pura, podían hacer animales o seres humanos con ella, es quizá la mejor cultura del mundo.
Pues le quedó muy mexicano...
Sí, porque vino de algo muy obvio, sabía que tenía que trabajar con los Aros Olímpicos y partí el 68, me di cuenta que los podía integrar y, al ponerlos juntos, lo vi muy mexicano.
Un año después hizo el logo del Metro...
Trabajar en las olimpiadas me enseñó el poder del diseño gráfico; algo que no fue fácil fueron los iconos de las estaciones. En ese momento no les agradó la sugerencia, pero les dije que era la manera, la forma más efectiva de comunicar a la gente y aceptaron. Después, todos los Metros del mundo hicieron lo mismo.
¿Qué le gusta leer?
Desde estudiante me gustaron las Fábulas, de Jean de la Fontaine, es muy bueno junto con Jean Racine y Molière (Jean-Baptiste Poquelin), y a la fecha lo leo las veces que puedo.
¿Qué música le agrada?
De todo, pero en especial el jazz. Además, cuando trabajé en Detroit, me encantaron The Supremes y de siempre The Beatles. Una vez fui a Liverpool a dar una charla a jóvenes, las cuales disfruto porque aprendo de ellos, y alguien me dijo que yo era un rockstar... ¡y me encantó!
¿Cocina?
No, como. En Nueva York muchos prefieren la comida italiana, pero hay muy buenos restaurante mexicanos y voy a ellos. Mi platillo favorito cuando vengo a México es el mole poblano.
Además de la gastronomía, ¿qué le ha dejado México?
He aprendido mucho y al platicar con estudiantes entendí que en cada ciudad hay diferentes cosas y eso es muy rico, lo adoro, pues aprendo distintas culturas en un solo país. No tengo ADN de México, pero me gusta venir aquí, amo esta cultura.
¿Ve televisión?
Sí, pero para disfrutar de la Champions, le voy al Liverpool y cuando vengo a México veo a los Pumas. Además me gusta la serie de Los Soprano, porque crecí en ese tipo de ambiente y es de mi ciudad natal, Nueva Jersey.
¿Le gusta el cine?
Me siento muy celoso porque tienen a tres directores que han ganado el Oscar: Alfonso Cuarón (2014 y 2019), Alejandro González Iñárritu (2015 y 2016) y Guillermo del Toro (2018); además, cuando viví en México en los 70, fue en la colonia Nápoles, muy cerca de la Roma, y eso me hace muy cercano a la época en que se basó la película.
¿Tiene algún miedo?
No, siempre hay que continuar de la manera como eres y lo que venga.
¿Qué más quisiera hacer?
Seguir desarrollándome en el diseño y quizá escribir porque es el mismo proceso, me gusta y disfruto, aunque también cantar y tocar música, pero aún no me he decidido qué genero.
¿Qué hace con su tiempo libre?
Por mi trabajo, perdí tiempo para estar con mi familia y ahora busco todo el posible para estar con ella y mi nieta.
¿Dejaría el diseño?
No, porque es una poesía visual, igual que México. Cuando estoy haciendo logos los trato de concentrar, condensar toda esa poesía dentro de unos iconos en un espacio muy pequeño, hacer eso es muy gratificante.
¿Le debe algo la vida?
Es una asociación entre la vida y yo, por ejemplo trabajar de nueva cuenta en México para el Nuevo Sistema de Movilidad Integral de Ciudad de México es un sueño, como en la época del Metro que lo hicimos muy popular hace 50 años. Tengo mucha experiencia, he sido muy afortunado y he hecho lo que he querido.